domingo, 31 de agosto de 2014



MÁXIMA DE MI VIVENCIA Y CREENCIA



“Amar la honesta participación y la libertad, es vivir camino de la santidad”

martes, 26 de agosto de 2014

“INSULTAR”


“INSULTAR”

Dice el diccionario que insultar es: ofender a uno con palabras o acciones.
Ofender: injuriar de palabra.
Injuriar: ultrajar  con obras o palabras. Dañar o menoscabar.
Creo que queda defino lo que significa insultar.
Quien insulta es, como mínimo, un maleducado e irrespetuoso.
No tiene disculpa quien insulta para defender una posición, y menos si es una disconformidad política.
Se pueden tener muy diferentes ideas, - sobre lo que se quiera - , y ser una persona educada y respetuosa.
La defensa del educado tiene enorme valor, porque no es subjetiva,  trata de ser objetiva con palabras respetuosas y entendibles, se  comparta o no, una opinión.
Además quien es educado no es cobarde.
Insultar es una manifestación de la cobardía. No tiene argumentos y ofende, insulta.
A ello hay que sumar que el que insulta falta a los fundamentos de la convivencia.
El respeto entre los seres humanos es fundamental para que haya una feliz, educada y libre convivencia.
Los seres humanos somos, por naturaleza, seres sociables. Nos necesitamos y convivimos en familia y en comunidad. Algo realmente maravilloso.
La unión hace la fuerza. Hoy, como nunca, nos necesitamos todos. De las ideas y creencias que sean.
Sólo necesitamos educación y la honesta participación para salir de esta tremenda crisis, en la que nos ha metido el poder económico perverso.
Es crisis de valores y, como consecuencia, económica.
Hasta tanto no haya una mayoría participativa, educada y honesta que imprima su proceder, seguiremos en la crisis, con la que ese poder perverso aumenta, se aprovecha de la situación de inferioridad para hacer su agosto.
Nunca antes esos perversos se han enriquecido y aumentado su poder como ahora.
Los maleducados, pasotas e individualista les están dando esa oportunidad de aumentar su riqueza material y poder.
Demostrémonos lo que somos: seres humanos maravillosos unidos por los mismos ideales del bien y de la libertad. Y exijamos su implantación, “sine qua non est felicitas”, porque nosotros, la mayoría los imponemos con nuestro comportamiento honesto y libre.
Aislemos, mejor convenzamos, a los maleducados, pasotas e individualistas, para poder anular al poder perverso y brille así para todos la luz de la verdad, siendo lo que somos: seres humanos libres, y, por tanto, felices.



domingo, 24 de agosto de 2014

MÁXIMA DE MI VIVENCIA Y CREENCIA


 
 

MÁXIMA DE MI VIVENCIA Y CREENCIA




“Hacer el bien, sale solo, no cuesta y no molesta.
  Hacer el mal, no sale solo, cuesta y molesta”.

martes, 19 de agosto de 2014

“¿PARA QUÉ – O PARA QUIÉN – VIVO YO?"

“¿PARA QUÉ – O PARA QUIÉN – VIVO YO?"  


¡No acaparar tesoros en la tierra, porque son inseguros, y no suelen durar!

Acaparar lo que dure, lo que nos mejore y lo que nos sirva, y lo que sirva para ayudar a los demás.
Ninguna cosa de la tierra merece nuestra angustia, y menos poner el corazón en ella de forma absoluta.
El corazón está hecho para Padre Dios, para la Vida, para los seres humanos y para nuestro hábitat natural.
Tenemos que ser "hábitatistas". ¿Cuáles son mis tesoros? ¿En qué tengo puesto mi corazón? ¿Para qué y para quién vivo? ¿Qué ocupa el primer plano de mis preocupaciones?
¡Si podemos responder con facilidad a estas preguntas, tenemos un camino recorrido hacia la felicidad y hacia la libertad!
“Amontonad tesoros en el Cielo, donde ni la polilla ni la herrumbre los corroen,
y en donde los ladrones no socavan ni roban. Porque donde está tu
tesoro allí está tu corazón”
Poner el corazón en la familia, los amigos y la comunidad, tiene que llenarnos de alegría, esperanza, ilusión y amor.
¿Somos levadura en los demás? ¿Dónde tenemos el verdadero tesoro?
Donde tengamos nuestro tesoro, allí están los sacrificios, las
ilusiones, las esperanzas y el amor. Allí debe estar nuestro corazón.
Para mí ¿Qué lugar ocupa mi familia? ¿Qué lugar ocupo yo mismo? ¿Qué
lugar ocupan los demás en mi corazón? ¿Para qué – o para quién – vivo
yo? La contestación que cada uno de a estas preguntas le ayudará a
garantizarse la felicidad y la libertad.

domingo, 17 de agosto de 2014

martes, 12 de agosto de 2014

“DISCULPA OJALATERA”


 
 “DISCULPA OJALATERA”
 
Solemos disculparnos con la famosa frase: ¡ojalá no hubiera ido, ojalá no me hubiera casado, ojalá fuera joven, ojalá fuera viejo, ojalá fuera rico!...
Nunca debemos pensar que en otras circunstancias estaríamos mejor. Nuestras circunstancias son nuestras circunstancias, y no son ni del vecino ni de la familia, son las nuestras, únicas e intransferibles.
Debemos de tratar de ser lo más realistas posibles, sin pensar que en otro lugar o en otras situaciones seríamos mejores.
En el aspecto religioso nos pasa lo mismo. En otras circunstancias, a lo mejor, no estaríamos en contacto con Padre Dios, no desarrollaríamos un apostolado fecundo, no seríamos ni más felices ni más libres.
Aprovechemos las oportunidades que tenemos, no las desaprovechemos.
La oportunidad la pintan calva, porque es escurridiza y no tiene pelo por donde agarrarse.
No dejemos pasar las oportunidades, normalmente no suelen volver. Las que vuelven, serán otras oportunidades, no las perdidas.
La visión humana de la oportunidad, a lo mejor no coincide con la de Padre Dios.
Todas las oportunidades sirven para santificarnos, seamos creyentes o no.
Debemos de tratar de convertir las oportunidades que tenemos en medios de ayudar a los demás, ayudarnos, y con ello ser más felices, haciendo más felices a los demás.
Todos los días y todos los momentos son buenos para participar honestamente, dando el ejemplo que es debido, a nuestros familiares, amigos, vecinos, y al mundo entero.
Necesitamos el esfuerzo del momento para poner las virtudes en activo, y para que sean ejemplo y hagan efecto. Nunca esperemos el resultado inmediato, ya llegará, lo mismo si repartimos el bien como el mal. Esa es nuestra gran responsabilidad.
Nunca nos disculpemos con la "ojalatería". Seamos lo que somos, seres humanos, únicos e irrepetibles, de valor infinito, y de riquezas inagotables.
Nuestras circunstancias, son únicas e intransferibles, y debemos aprovecharlas para que nunca tengamos la disculpa de ojalá, ojalá, sino la incomparable satisfacción del deber cumplido, amando a Padre Dios sobre todas las cosas y a los demás como a nosotros mismos.

domingo, 10 de agosto de 2014



MÁXIMA DE MI VIVENCIA Y CREENCIA


“Quien no contesta a tu mensaje, o no se ha enterado o es un malaje”      

martes, 5 de agosto de 2014

“LA GRACIA SANTIFICANTE”

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 “LA GRACIA SANTIFICANTE”

 
La gracia santificante es la que nos hace santos.
Tratar estos temas puramente religiosos me es muy difícil, y me preocupan porque pueden ser mal interpretados, en el sentido de que sólo los digo por "proselitismo".
Y sí, es proselitismo, es decir, compartir lo que pienso, pero el deseo que me mueve es el amor apasionado que le tengo al ser humano.
Le deseo al ser humano lo mejor en la plena felicidad, y en la plena libertad, pero con el pleno convencimiento.
Imitar el bien, y tratar de hacerlo, no conduce a la perfección, conduce el convencimiento.
Y el convencimiento es imparable: llena el corazón y llena el alma.
En los cristianos desde que somos Bautizados penetra en nosotros la gracia santificante por la que comenzamos a vivir la misma vida de Cristo. La unión con Padre Dios es tan grande que transforma nuestra existencia.
San Juan nos dejó dicho - de quien cree en Jesucristo - nacen no de la sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de querer de hombre, sino que nacen de Dios. Y san Pablo compara esa unión, como la de la cabeza y el cuerpo. Como la sangre corre por la cabeza y el resto del cuerpo.
Por el Bautismo nos hacemos hijos de Padre Dios, y nacemos a la filiación divina.
San Pablo nos dijo: Por Él Dios nos ha dado las grandes y preciosas gracias que había prometido, para hacernos partícipes por medio de estas mismas gracias de la naturaleza divina.
Ante todas estas palabras ¿cómo cuidamos a los hermanos que han recibido o están llamados a recibir tanta dignidad? Para todo esto Padre Dios nos dio la gracia santificante, una participación de la naturaleza divina, lo que nos hace semejantes a Padre Dios, participando de la vida divina.
Según el Catecismo: La gracia santificante es la que une nuestra alma con Padre Dios en un estrechísimo lazo de amor. La gracia santificante es uno de los mayores bienes que hemos recibido y que tenemos. Es un manantial de aguas que saltan hasta la vida eterna.
Pio XI, en su Encíclica Casti connubii, nos dejó dicho: la gracia santificante es “un principio permanente de vida sobrenatural”. La gracia santificante no altera el orden natural, lo eleva y le da perfección. Ennoblece al orden natural. La gracia santificante "nos diviniza" y nos convierte en hijos de Padre Dios y templos de la Santísima Trinidad.
A tal divinización debemos corresponder con nuestro correcto comportamiento, con nuestra honesta participación en todos los órdenes de la vida. Tratando de mejorarnos en la meta de la santidad.
Nos debe suceder lo que San Juan Bautista nos dijo: conviene que él crezca y yo mengüe. Y nos debe llevar a no ser egoístas, tratar como es debido a los demás, cooperar a la felicidad y a la libertad de los demás…
Y todo esto nos debe servir para preparar un lugar en el cielo. El que Padre Dios nos tiene reservado. Teniendo como medio tratar de ser hijos del Padre, en Jesucristo, por el Espíritu Santo, rezar mucho, y tener espíritu de penitencia.
¿Cómo correspondemos a la gracia santificante? Si estamos unidos a Padre Dios y a la Virgen Santísima del Pino, alcanzaremos las metas, la gracia santificante nos inundará y caminaremos hacia la santidad.
¡Que así sea, y para toda la humanidad viviente. Hoy y siempre!

domingo, 3 de agosto de 2014

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