“LA OBLIGACIÓN DE SER UN BUEN CIUDADANO”
Todos, sin excepción, estamos obligados a ser buenos ciudadanos, y no por devoción sino por obligación.
Los cristianos lo tenemos incluso por herencia; Los primeros cristianos no sólo fueron buenos, sino ciudadanos ejemplares. Era consecuencia de una conciencia bien formada en valores, a través de los cuales se santificaban.
¿Creo que nos deberíamos preguntar si se nos conoce como buenos ciudadanos, - que cumplimos puntualmente nuestros deberes -, si somos buenos vecinos, buenos compañeros, etc.?
Trabajemos honestamente, cumpliendo fielmente las obligaciones de justicia en la empresa, en la asociación de vecinos o cultural; los estudiantes, estudiando a fondo y formándose a conciencia en los temas de sus futuros exámenes o de su profesión; el profesor, preparando cada día sus clases; la madre y el padre de familia, cuidando del hogar y de los hijos……
No podemos ser buenos “ no creyentes” si no somos buenos ciudadanos.
No podemos ser buenos “cristianos” si no somos buenos ciudadanos.
Nadie puede descuidar las obligaciones temporales, que le han tocado en su vida.
Todos debemos estar presentes, según las posibilidades de cada uno, en donde se decide la vida del barrio, del pueblo o de la ciudad. También de la cultura, del deporte etc.
Tenemos, al menos, un mínimo que atender de las dimensiones: social, política y familiar, a las que tenemos que servir bien: con esfuerzo y dedicación para acertar.
Y para todas las dimensiones de la vida, la caridad es fundamental.
Hemos de tener siempre muy en cuenta la nobleza y dignidad moral del compromiso social y político.
Tenemos que vivir las grandes posibilidades que la caridad, la esperanza y la fortaleza nos dan para el desprendimiento y cultivar la generosidad para crecer como personas.
Y cuando el compromiso familiar, empresarial, social y político es vivido con verdadero espíritu de participación,-se sea o no creyente-, se convierte en una dura escuela de perfección y en un exigente ejercicio de las virtudes, de poder imparable.
Si somos ciudadanos que cumplen ejemplarmente sus deberes, podremos iluminar a muchos en el camino que lleva a la perfección humana si somos no creyentes, y los católicos a seguir a Cristo.
Tenemos que ser ciudadanos de pleno derecho cumpliendo nuestros deberes y ejercitando nuestros derechos, y no escondiéndonos o despreocuparnos ante las obligaciones y vicisitudes de la vida familiar, empresarial, pública y privada.
Es fácil ser buen ciudadano, se necesita, fundamentalmente, educación y buena voluntad.
El buen ciudadano no sólo ayuda a que desaparezca el mal que le rodea, sino que transmite inquietud y buen ejemplo, para que todos seamos ciudadanos participativos.
Seamos lo que debemos ser: humanos buenos por naturaleza, que ahuyentamos el mal siendo buenos ciudadanos, y reconfortamos a la sociedad con nuestro buen proceder, para bien suyo, mío y de todos. Y la compensación por todo ello será: la satisfacción, el bienestar personal y la felicidad incrementada por la liberad.
Ahora nos toca a usted y a mí. Le espero, gracias y un fuerte abrazo.
Totalmente de acuerdo.
ResponderEliminarUn saludo.
Gracias mi señor don Luis Ángel. Ya sabe lo importante que es para mí su criterio, su participación, la que nunca, afortunadamente, abandona.
EliminarSalgo para Valencia a visitar IBERFLORA, es parte de mi actividad, por eso estoy contestándole tan temprano, el vuelo sale a las 6.35 am.
Reitero las gracias por tenerme presente, y por participar.
Un fuerte abrazo Luis.