viernes, 26 de octubre de 2012

"EL DERECHO AL TRABAJO"


“EL DERECHO AL TRABAJO”

No creo que exista persona alguna que no crea que el trabajo es un derecho y un deber.
Es un derecho, porque ganarse el sustento y realizarse como persona útil a sí misma y a la sociedad es una necesidad.
Es un deber pues debe desarrollarse con profesionalidad y con honestidad.
El trabajador, para trabajar en condiciones y producir beneficio, necesita conocimientos, honestidad, dedicación, educación y profesionalidad.
El empresario, para generar riqueza y contribuir al bienestar personal y social, necesita conocimientos, honestidad, dedicación, educación y profesionalidad.
La empresa debe ser un lugar en el que el empresario y el trabajador ganen y se realizan como personas, contribuyendo al bien recíproco y al bien de la comunidad.
Como es natural, el empresario y el trabajador generan y obtienen un beneficio, para ellos y para la comunidad.
Ambos, trabajador y empresario son imprescindibles.
El progreso económico justo, social y particular, es fruto del trabajo bien hecho.
El cimiento del progreso es la honestidad de todos. Aquí no hay excepciones.
El binomio empresario / trabajador, movido por la honestidad, genera riqueza, y es principio, medio y fin para la subsistencia de los elementos que lo conforman.
Ambos se complementan.
Separarlos por clases, parece un disparate: genera un antagonismo innecesario y estéril.
¿Qué empleado se marcha de una empresa honesta?
¿Qué empresa honesta se desprende de un empleado honesto?
¿Los hay malos? Sin lugar a dudas. En todos los sitios.
¿Los hay buenos? Sin lugar a dudas. En todos los sitios, también
¿Es correcto que un empleado pida al empresario que le eche, si sabe que la indemnización le puede representar a la empresa un quebranto económico grave?
¿Es justo que un empresario eche a un buen trabajador por razones injustas, si conoce el daño que le causa a esa persona?
Cualquier abuso, venga de donde venga, es una injusticia y la sociedad lo debería castigar. En especial cuando grandes empresas (empresas perversas, habría que añadir) consideran al trabajador como una pieza y no como a una persona.
Lo mismo se puede decir del trabajador que daña a la empresa con su comportamiento deshonesto y con su falta de rentabilidad.
El derecho tiene obligaciones. El deber también.
El sentido común, la buena voluntad y la educación son grandes ingredientes que cooperan al bienestar personal y social.
El trabajador y el empresario deberían reconocerse en el lema de los Reyes Católicos: Tanto monta, monta tanto.
En momentos de crisis, hay que desterrar los comportamientos insolidarios.
La recuperación será el ave Fénix que renazca de las cenizas de la buena voluntad, de la honestidad y de la laboriosidad.
Todo lo demás son entelequias o maniobras viperinas. Un mal perverso y no deseable.
Como siempre: “la participación es la solución”.
Para cambiar radicalmente la vida social y económica, se necesita que la justicia gobierne el mundo del trabajo. Ese trabajo que es un derecho y una obligación.
Sin esos cambios todo seguirá empeorando.

4 comentarios:

  1. No se separa por clases a trabajadores y empresarios, la verdad es que ya están separados.
    Aunque me llamen anticuado, de Marx se ha denostado mucho, sin rebatir sus ideas sobre "la plusvalía" "la lucha de clases" y otras cosas.
    Por lo visto hay que aceptar a cierraojos que eso son antiguallas, que para eso cayó el muro.
    No sé si existen otros, pero los empresarios que yo conozco, se creen con derecho a enriquecerse a costa de lo que sea y colocan a sus peones en los puestos políticos de responsabilidad para que legislen a su gusto, esparcen su doctrina en sus medios de comunicación. Y así terminan por convencernos de que "vivimos por encima de nuestras posibilidades" ¿cuales son nuestras posibilidades? ¿quien las decide? ¿son sus posibilidades las mismas que las nuestras?.
    Una vez convencidos, nos creemos que hemos de trabajar sin descanso, para enriquecerlos, a cambio de migajas y cada vez menos servicios y derechos. ESAS SON NUESTRAS POSIBILIDADES.
    El empresario no cree más que en su cuenta de resultados y a un lado están los gastos y a otro los ingresos. Los trabajadores sólo somos un gasto y los gastos se reducen.
    Con estas premisas, nadie se extrañe de que si el empresario quiere comprar el trabajo lo más barato posible, el trabajador le robe en el peso todo lo que pueda. Mientras llega la revolución.

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    1. Pocas cosas no compartimos, una de ellas es la revolución cruenta, y menos fratricida.
      Creo, como usted, en el necesario cambio de los comportamientos, pero no violento. Por eso reclamo y lucho por que la honesta mayoría imponga su actuar al poder perverso.
      Ambos queremos el bien para todos y no aceptamos ser esclavos.
      Reitero mi creencia ciega en el enorme poder de la honesta mayoría, comportándose como tal.
      Eliminar el mal para que brille la luz de la libertad, la participación y la felicidad, esas creo que son nuestras metas.
      Sus aportaciones serán siempre importantísimas. Gracias, muchísima gracias por ellas, por seguir en la brecha y enriquecer nuestras aportaciones en al búsqueda del bien común.
      Como siempre le deseo lo mayor que tengo: que Padre Dios lo bendiga y a todos los suyos, junto a mi admiración y cariño.

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  2. Sólo un apunte: Las luchas fraticidas se dan entre hermanos, pero este es un asunto entre explotador y explotado.

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    1. Afortunadamente contamos con usted, siempre aclara los temas. Totalmente de acuerdo, es imponernos al explotador (instintivamente me acuerdo, desafortunadamente, de la guerra civil). Dejar de ser esclavos, ser libres y felices. Compartir y amarnos los unos a los otros.
      Gracias por su inestimable ayuda, enriquece los temas, y le necesitamos. Un fortísimo abrazo de su amigo Luis.

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