Contestación, al importante comentario de don Luis Ángel Díez Lazo, del 16 de los corrientes, a mi artículo: "ESTAMOS CON LA MAYORÍA, PERO LA MAYORÍA NO ESTÁ CON NOSOTROS”:
Tras meditarlo mucho, intento buscar las palabras correctas, -no me es fácil- mi amigo y considerado Luis Ángel.
Viví la guerra civil española y su consecuencia fue: una dictadura. No entro en las razones u origen de la misma.
La violencia engendra violencia, y los paternalismos no tienen continuidad y son muy perjudiciales.
Un pueblo honesto y participativo tiene un poder ilimitado. No lo hay mayor.
Necesitamos a la mayoría que cree el ambiente e imponga y defina los comportamientos.
Y esto se hereda, -tiene continuidad-, que es el fin último: que dure para que la felicidad sea el estado natural, la convivencia sea feliz y desaparezca el poder perverso.
Seguiremos mientras Padre Dios me lo permita. A ustedes, a quienes quiero apasionadamente, -y le doy las gracias efusivas a mi amigo Luis Ángel-, les deseo la plena felicidad, en libertad, porque, al memos esto lo ha impuesto la honesta mayoría participativa con su comportamiento y exigencia. (Como puede hacerlo con lo demás).
No sé si me he explicado bien, pero quiero decir que al pueblo se le está arrinconando contra la pared y eso suele traer malas consecuencias.
ResponderEliminarPor otra parte, de sobra sé que cuando empiezan los tiros, quien más balazos recibe, suele ser el más inocente. Cuando vienen mal dadas y un país se divide en dos bandos, en los dos bandos pelean y mueren los más pobres.
Mientras, los dueños de la sartén, y del mango, siguen acumulando beneficios.
EliminarTotalmente de acuerdo amigo Luis Ángel. Y añado:
¿Cuánto vale la vida de una persona?
Si alguien sabe su valor en moneda corriente, tendrá poderes sobrenaturales.
El ser humano es invalorable. Esto invalida la guerra.
Quizá se pueda afirmar que las guerras son por razones económicas.
Hace años oí decir: “las guerras se calculan según el stock de material de guerra”. Cuando hay mucho se organiza una. No me extraña que así sea.
Como dice el amigo Luis Ángel: tienen la sartén por el mango.
Fabrican armas y las venden fomentando guerras con otros poderes perversos. Matan, y mueren los más pobres, los más necesitados, a quienes la sociedad tiene la obligación de proteger. Seres de valor incalculable.
Creo que es tan claro que no se necesitan más palabras, sino a la honesta mayoría que imponga normas de conducta y se vivan, y su enorme poder eliminará al del perverso, e impere la libertad y la felicidad.