“LA GRACIA SANTIFICANTE”
La gracia santificante es la que nos hace santos.
Tratar estos temas puramente
religiosos me es muy difícil, y me preocupan porque pueden ser mal
interpretados, en el sentido de que sólo los digo por "proselitismo".
Y sí, es proselitismo, es decir,
compartir lo que pienso, pero el deseo que me mueve es el amor apasionado que
le tengo al ser humano.
Le deseo al ser humano lo mejor
en la plena felicidad, y en la plena libertad, pero con el pleno
convencimiento.
Imitar el bien, y tratar de hacerlo, no conduce a la perfección, conduce el convencimiento.
Imitar el bien, y tratar de hacerlo, no conduce a la perfección, conduce el convencimiento.
Y el convencimiento es imparable:
llena el corazón y llena el alma.
En los cristianos desde que somos
Bautizados penetra en nosotros la gracia santificante por la que comenzamos a
vivir la misma vida de Cristo. La unión con Padre Dios es tan grande que
transforma nuestra existencia.
San Juan nos dejó dicho - de
quien cree en Jesucristo - nacen no de la sangre, ni de la voluntad de la
carne, ni de querer de hombre, sino que nacen de Dios. Y san Pablo compara esa
unión, como la de la cabeza y el cuerpo. Como la sangre corre por la cabeza y
el resto del cuerpo.
Por el Bautismo nos hacemos hijos
de Padre Dios, y nacemos a la filiación divina.
San Pablo nos dijo: Por Él Dios
nos ha dado las grandes y preciosas gracias que había prometido, para hacernos
partícipes por medio de estas mismas gracias de la naturaleza divina.
Ante todas estas palabras ¿cómo
cuidamos a los hermanos que han recibido o están llamados a recibir tanta
dignidad? Para todo esto Padre Dios nos dio la gracia santificante, una
participación de la naturaleza divina, lo que nos hace semejantes a Padre Dios,
participando de la vida divina.
Según el Catecismo: La gracia
santificante es la que une nuestra alma con Padre Dios en un estrechísimo lazo
de amor. La gracia santificante es uno de los mayores bienes que hemos recibido
y que tenemos. Es un manantial de aguas que saltan hasta la vida eterna.
Pio XI, en su Encíclica Casti connubii, nos dejó dicho: la gracia santificante es “un principio permanente de vida sobrenatural”. La gracia santificante no altera el orden natural, lo eleva y le da perfección. Ennoblece al orden natural. La gracia santificante "nos diviniza" y nos convierte en hijos de Padre Dios y templos de la Santísima Trinidad.
Pio XI, en su Encíclica Casti connubii, nos dejó dicho: la gracia santificante es “un principio permanente de vida sobrenatural”. La gracia santificante no altera el orden natural, lo eleva y le da perfección. Ennoblece al orden natural. La gracia santificante "nos diviniza" y nos convierte en hijos de Padre Dios y templos de la Santísima Trinidad.
A tal divinización debemos
corresponder con nuestro correcto comportamiento, con nuestra honesta
participación en todos los órdenes de la vida. Tratando de mejorarnos en la
meta de la santidad.
Nos debe suceder lo que San Juan Bautista nos dijo: conviene que él crezca y yo mengüe. Y nos debe llevar a no ser egoístas, tratar como es debido a los demás, cooperar a la felicidad y a la libertad de los demás…
Nos debe suceder lo que San Juan Bautista nos dijo: conviene que él crezca y yo mengüe. Y nos debe llevar a no ser egoístas, tratar como es debido a los demás, cooperar a la felicidad y a la libertad de los demás…
Y todo esto nos debe servir para
preparar un lugar en el cielo. El que Padre Dios nos tiene reservado. Teniendo
como medio tratar de ser hijos del Padre, en Jesucristo, por el Espíritu Santo,
rezar mucho, y tener espíritu de penitencia.
¿Cómo correspondemos a la gracia
santificante? Si estamos unidos a Padre Dios y a la Virgen Santísima del Pino,
alcanzaremos las metas, la gracia santificante nos inundará y caminaremos hacia
la santidad.
¡Que así sea, y para toda la
humanidad viviente. Hoy y siempre!
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