martes, 5 de agosto de 2014

“LA GRACIA SANTIFICANTE”

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 “LA GRACIA SANTIFICANTE”

 
La gracia santificante es la que nos hace santos.
Tratar estos temas puramente religiosos me es muy difícil, y me preocupan porque pueden ser mal interpretados, en el sentido de que sólo los digo por "proselitismo".
Y sí, es proselitismo, es decir, compartir lo que pienso, pero el deseo que me mueve es el amor apasionado que le tengo al ser humano.
Le deseo al ser humano lo mejor en la plena felicidad, y en la plena libertad, pero con el pleno convencimiento.
Imitar el bien, y tratar de hacerlo, no conduce a la perfección, conduce el convencimiento.
Y el convencimiento es imparable: llena el corazón y llena el alma.
En los cristianos desde que somos Bautizados penetra en nosotros la gracia santificante por la que comenzamos a vivir la misma vida de Cristo. La unión con Padre Dios es tan grande que transforma nuestra existencia.
San Juan nos dejó dicho - de quien cree en Jesucristo - nacen no de la sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de querer de hombre, sino que nacen de Dios. Y san Pablo compara esa unión, como la de la cabeza y el cuerpo. Como la sangre corre por la cabeza y el resto del cuerpo.
Por el Bautismo nos hacemos hijos de Padre Dios, y nacemos a la filiación divina.
San Pablo nos dijo: Por Él Dios nos ha dado las grandes y preciosas gracias que había prometido, para hacernos partícipes por medio de estas mismas gracias de la naturaleza divina.
Ante todas estas palabras ¿cómo cuidamos a los hermanos que han recibido o están llamados a recibir tanta dignidad? Para todo esto Padre Dios nos dio la gracia santificante, una participación de la naturaleza divina, lo que nos hace semejantes a Padre Dios, participando de la vida divina.
Según el Catecismo: La gracia santificante es la que une nuestra alma con Padre Dios en un estrechísimo lazo de amor. La gracia santificante es uno de los mayores bienes que hemos recibido y que tenemos. Es un manantial de aguas que saltan hasta la vida eterna.
Pio XI, en su Encíclica Casti connubii, nos dejó dicho: la gracia santificante es “un principio permanente de vida sobrenatural”. La gracia santificante no altera el orden natural, lo eleva y le da perfección. Ennoblece al orden natural. La gracia santificante "nos diviniza" y nos convierte en hijos de Padre Dios y templos de la Santísima Trinidad.
A tal divinización debemos corresponder con nuestro correcto comportamiento, con nuestra honesta participación en todos los órdenes de la vida. Tratando de mejorarnos en la meta de la santidad.
Nos debe suceder lo que San Juan Bautista nos dijo: conviene que él crezca y yo mengüe. Y nos debe llevar a no ser egoístas, tratar como es debido a los demás, cooperar a la felicidad y a la libertad de los demás…
Y todo esto nos debe servir para preparar un lugar en el cielo. El que Padre Dios nos tiene reservado. Teniendo como medio tratar de ser hijos del Padre, en Jesucristo, por el Espíritu Santo, rezar mucho, y tener espíritu de penitencia.
¿Cómo correspondemos a la gracia santificante? Si estamos unidos a Padre Dios y a la Virgen Santísima del Pino, alcanzaremos las metas, la gracia santificante nos inundará y caminaremos hacia la santidad.
¡Que así sea, y para toda la humanidad viviente. Hoy y siempre!

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