“LA ESPERANZA”
La esperanza es
la virtud de las personas humildes de corazón, cuyas almas están llenas de
amor.
La esperanza
llena la vida de ilusión y de contenido.
Vivir sin
esperanza es la muerte en vida.
¿Realmente hay
alguien que no tenga esperanza? Creo que no.
Todos, me
atrevería a decir que por instinto, tenemos la esperanza de una vida mejor.
La gran
esperanza del momento - quizá de siempre, aunque ahora de manera especial, pues
nos enfrentamos a la gravísima situación del ataque al hábitat natural, que si
no se corrige, eliminará la esperanza de vida natural en la Tierra – es que
seamos y nos comportemos como seres humanos honestos y libres.
La esperanza se
basa en la confianza del libre y honesto comportamiento.
Sin la honestidad
no hay esperanza.
Los grandes y
peligrosísimos males de la humanidad, creo que son causa del comportamiento
derivado de la falta de la honesta esperanza.
Esperanza es
esperar el bien.
La única
esperanza ante el mal es que éste desaparezca.
La esperanza es
un deseo, un anhelo del comportamiento cívico y amoroso de las personas. No hay
esperanza si las personas no somos lo que somos.
Perder la
esperanza es llegar a un punto de no retorno.
Perder la
esperanza es el final del camino del bien y el comienzo del camino hacia el
mal.
Perder la
esperanza es haber llegado a un momento en que el mundo y la vida dejan de ser
habitables.
La esperanza se
aprende de niño y se desarrolla, a lo largo de la vida, por el conocimiento y
el amor.
Se pierde la
vida si se pierde la esperanza.
Quien no tiene
esperanza vive la amargura del mal.
Vivir sin
esperanza es vivir el mal sin remedio y sin esperanza.
La esperanza es
el bien del momento siguiente.
Lo último que se pierde es la
esperanza.