“LA MORTIFICACIÓN”
No existe vida
normal sin alguna mortificación, sin alguna penitencia, debiendo ser el medio
para mejorar tanto espiritual como materialmente.
Las cosas de
valor solo se consiguen con esfuerzo.
Trato la mortificación
ya que los católicos estamos en Cuaresma, y porque para los no creyentes es una
de las virtudes que más elevan los sentimientos humanos, y nos redime. El deber
cumplido.
La mortificación
la debemos vivir de forma normal, en el quehacer diario. No necesitamos
ocasiones especiales.
Mortificación es
cumplir con la palabra dada, con el horario, hacer el trabajo correctamente, es
ser un ciudadano honesto.
Mortificación es
saber compaginar todas las obligaciones materiales y éticas o espirituales.
La caridad es
una manifestación de la mortificación.
La mortificación
es soportar las contrariedades pequeñas y grandes con buen humor y con caridad.
Mortificación es
la gran obligación de educar a nuestros hijos, al corregirlos cuando sea necesario,
al darles con amor unos valores éticos o religiosos, que sean fundamento para
la praxis honesta de sus vidas.
Mortificación es
comportarse honestamente con aquellos que tienen autoridad, y ellos con los demás.
El espíritu de mortificación
nos lleva a vivir ordenadamente. Nos ayuda a prefijar nuestros proyectos, cuando
nos corrige aquellos comportamientos de maestrillo; y cuando nos da el toque de
integridad.
Mortificación es
ayudar incluso al que no nos lo va a agradecer.
Mortificación es
servir tanto con miras materiales como espirituales, con visión sobrenatural, y
que los no creyentes sientan el orgullo y satisfacción del deber cumplido con
el familiar, el amigo, el vecino, etc.
Nuestras vidas -
seamos profesionales o no - suponen un
servicio a los demás, lo que requiere una mortificación, que se eleva a grado
de santidad cuando se hace olvidándose de uno mismo y sin pedir nada a cambio.
Hoy, quizá como
nunca, necesitamos, al menos, una mayoría de personas que hagan de la honesta mortificación
una norma de vida, olvidándose de sí mismo para servir a los demás.
Mortificación es
santidad, sea creyente o no. Solo se necesita estar vivo y ser honesto.
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