“LOS ELEMENTOS NECESARIOS TIENEN QUE SER DE LA HUMANIDAD”
Nadie es propietario del aire. De la misma manera, el derecho
sobre otros elementos vitales para la subsistencia no puede ser exclusivo, ni
absoluto. Me refiero al agua, a la habitación digna, a la energía ... Tienen
que ser de todos.
La propiedad privada es un bien, porque asegura a los individuos
un mínimo de libertad. Es lícito beneficiarse de ella. Sin embargo está
hipotecada: su aprovechamiento no puede dejar a un lado las necesidades vitales
de todos los miembros de la comunidad. Cuando éstas han quedado cubiertas, el
beneficio particular tiene sentido.
Probablemente haya que cambiar muchos comportamientos que afectan
a la humanidad en su conjunto, y que, paradójica e incomprensiblemente, ella
misma ha permitido.
El ser humano se merece un mundo mejor. El que ahora tenemos es
consecuencia de una pasividad cómplice que beneficia a unos pocos, algunos perversos.
Pero la situación de esa minoría es cada vez más insostenible e incierta. Nadie
aguanta toda la vida tirando piedras contra su propio tejado. Más tarde o más
pronto, acaba dándose cuenta de que se está haciendo daño. El único sentido que
veo al dolor que hoy padecen tantos es que golpea con fuerza nuestras
conciencias. Algunos ya se han despertado. Otros empiezan a hacerlo. Su sentido
de responsabilidad social puede transformar la situación y elevarla a la altura
que se merece el ser humano.
Somos administradores de un bien que es patrimonio de la
Humanidad: el Planeta Azul, un lugar maravilloso, cuyas condiciones han hecho y
hacen posible la vida. Está a nuestra disposición, pero no podemos tratarlo
caprichosamente. Buen administrador es quien cuida la cosa que recibió y procura
mejorarla. Cuidar la Tierra beneficia a todos los seres humanos que hoy
vivimos en ella. Además es una obligación que tenemos con las generaciones
futuras. No podemos dejar a nuestros hijos, a nuestros nietos ... un mundo peor
que el que recibimos, y se lo estamos dejando.
Esperar a que las reglas de la buena administración, del orden,
del aprovechamiento racional, sean impuestas autoritariamente desde arriba es
caer en el paternalismo. La opción es cómoda, pero tiene un precio muy alto:
secuestra la libertad y nos priva del poder de decidir lo que nos conviene.
Ambas cosas son irrenunciables. No se negocia con ellas.
La libertad no significa hacer lo que me da la gana, sino
hacer lo que puedo hacer sin dañar a un tercero.
La libertad me beneficia y beneficia a mi vecino.
Todo lo esencial, todo lo que es vitalmente necesario, está al
servicio del ser humano, afecta al bien común.
Es de sabios rectificar. El tiempo se acaba. Hay que empezar hoy.
¿Cómo? De una manera bien sencilla: si la mayoría se comporta
honestamente, impondrá esa manera de proceder.
Viene una generación de jóvenes maravillosos, solidarios,
realistas y participativos.
Tenemos que apoyar a esa juventud, para imponer la honestidad y el
bien que merecemos.
A ver si ahora me va a salir usted comunista, o colectivista al menos. Es broma, no me lo tome en serio.
ResponderEliminarMi concepto de la libertad, consiste en hacer lo que realmente quiera, pero no entiendo la libertad sin la responsabilidad y eso es lo que me condiciona a elegir lo que quiero, no lo que me apetece.
Si no hay que pagar regalías repetiré su magnífica definición de libertad. Me ha hecho pensar mucho, buscando una contestación resumida. Aprecio el cariño y la simpatía con la que siempre dialoga. Creo ciegamente que lo esencial debe estar al servicio total del ser humano. Pero no soy excluyente. Creo en algunas ideas comunistas, y en otras no en absoluto. Creo en la competencia leal y en la propiedad privada. Quien produce mejor y más barato, se hará con el mercado. Pero la sanidad, la educación, la vivienda, la energía, el agua, en estos casos debe haber, por encima de todo, propiedad pública, coexistiendo con la privada. Así la competencia mejorará el servicio.
EliminarTodos tenemos derecho a tener acceso a las necesidades básicas de inmediato y sin costo. Los entes públicos están al servicio del hombre, y no al revés.
Es imprescindible una ciudadanía honesta que cumpla con sus obligaciones, personales, familiares, sociales y nacionales. Actuando siempre para eliminar el mal.Aquí creo está la cuestión.
Sólo el apunte de que, hoy en día, producir más barato conduce a la explotación. El sistema premia a quien, en vez de trabajar para la comunidad (y enriquecerse en ello) se aprovecha de la comunidad, en particular de los más débiles e indefensos.
EliminarUn abrazo.