“REFLEXIONES”
En las oraciones de la mañana,
leí una frase que escribió J. M. Casciaro, a propósito de que la Iglesia
Católica no toma partido por opciones temporales determinadas. En concreto
decía: ”precisamente por no optar por una de las soluciones humanas: ni judíos
ni romanos le siguieron (el autor habla de Jesucristo). Pero no; fue
precisamente lo contrario: judíos y romanos, griegos y bárbaros, libres y
esclavos, hombres y mujeres, sanos y enfermos, todos van siguiendo a ese Dios
hecho hombre, que nos ha liberado del pecado, para encaminarnos a un destino
eterno, donde únicamente se cumplirá la verdadera realización, libertad y
plenitud del hombre, hecho a imagen y semejanza de Dios, y cuya aspiración más
profunda rebasa cualquier tarea pasajera, por nobel que sea”.
Esta frase, el anuncio de la
canonización y beatificación de tres grandes seres humanos (Juan XXIII, Juan
Pablo II y don Álvaro del Portillo), y la publicación de la encíclica Lumen Fidei (Luz de la fe) de S. S. Francisco y Benedicto
XVI, me ha hecho reflexionar sobre la misión sobrenatural de la Iglesia y
nuestro comportamiento.
La Iglesia ha tenido y tiene la
misión llevar a sus hijos -y de tratar a los que no lo son- a Padre Dios. Sin
desentenderse de las tareas humanas, tratando de eliminar el mal, en la búsqueda
del bien personal y de la comunidad.
La esperanza en un Cielo no
elimina el compromiso con lo terrenal.
Como corredentores con Cristo nos
hemos de preguntar: ¿tratamos de llevar a Padre Dios a todo aquel que podamos?
¿Nos urge, por la fe y caridad de
Cristo, promover a nuestro alrededor la justicia por nuestra honrada
participación?
¿Buscamos liberarnos de la
esclavitud del poder perverso con nuestro comportamiento?
¿Nuestra solidaridad es
determinante en la búsqueda del bien común?
La fe nos debe llevar a sentir
respeto y cariño al ser humano – creyentes o no – y jamás a la indiferencia.
Nuestro comportamiento debe
reflejar justicia y misericordia.
De cada uno de nosotros se
debería decir al final de nuestra vida que, como hizo Jesucristo, “pasó
haciendo el bien”.
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