viernes, 8 de noviembre de 2013

“LA DIGNIDAD DEL TRABAJO”


“LA DIGNIDAD DEL TRABAJO”


El trabajo es un don de Padre Dios y un gran bien para el hombre.
Es un bien digno y útil, que corresponde a la dignidad humana.
La vida sin trabajo, sin hacer nada, corrompe. El trabajo es el medio para alcanzar la propia santidad y la de los demás.
Por eso la inactividad, o la chapuza, generan toda clase  de males.
“El que no trabaja, pudiendo, que no coma”.
Los cristianos tenemos el maravilloso ejemplo de N. S. Jesucristo, en sus años de vida oculta en Nazaret. Ejemplo de la importancia del trabajo y de su perfección, tanto humana como sobrenatural.
Debemos examinar, con frecuencia, la calidad humana de nuestro quehacer, de nuestro trabajo. Si lo hacemos como debemos. Si tiene la hondura y calidad que nos pide Padre Dios, por la necesaria honestidad.
Hemos de amar nuestro trabajo y cuidarlo. Así desarrollamos nuestra  personalidad, además de ser el medio que tenemos de ganar el merecido sustento.
El trabajo es uno de los más altos valores del hombre. Medio para perfeccionarnos y contribuir al progreso de nuestra sociedad, y ser camino de santidad.
No nos santificamos a pesar del trabajo, sino a través del mismo.
Esta crisis y el espantoso paro son causas para un profundo análisis personal y social.  Saber quién, quienes y por qué se ha originado todo este mal, y ver la parte de responsabilidad que nos corresponde.
El trabajo es un medio en el que se ejercitan las virtudes humanas y las sobrenaturales. Por eso no debe ser ocasión de intranquilidad, ni perturbación.
En nuestra profesión, en nuestro trabajo, desarrollamos y perfeccionamos nuestra personalidad. Sirve para ayudar a los demás y al progreso personal y social, en donde debemos encontrar a Padre Dios.
Sea cual sea nuestra posición en la sociedad, hemos de ganarnos el pan con nuestro trabajo. Además sirve para acercar a otros a Cristo, aunque seamos o estemos impedidos. Tratar de ser ejemplo y luz que ilumine el camino de los demás.
Trabajar en un derecho y un deber. Exige nuestra honesta participación. Y esto se demuestra con nuestro comportamiento
No basta con querer o exigir, hay que hacer.
La participación es la solución.

2 comentarios:

  1. Esa visión del trabajo, amigo Luis, no termina de convencerme. Al menos no se compadece con lo que el trabajo representa en nuestros días.
    El trabajo, para millones de personas en el mundo, viene siendo desde lo de "ganarás el pan con el sudor de tu frente" el más duro castigo que un ser humano inflige a otro, para provecho del primero.
    Ya entiendo que la sociedad necesita del trabajo para progresar, pero en realidad, en el caso de la mayoría, la función social del trabajo consiste en prostituir nuestra vida y nuestro tiempo, agachar la cabeza, morderse la rabia, para el provecho de quien detenta el dinero y el poder que el dinero da.
    Así, el trabajo dignifica más a quien más beneficia y casi nunca es al trabajador.
    Lo de Marx, dicen que está anticuado, pero yo sigo viendo que nuestro trabajo, cada vez tiene más productividad, somos capaces de producir mucho de todo y cada vez más barato, sin embargo en el mundo los ricos son cada vez más ricos y los pobres, cada vez más miserables.
    El trabajo, si nos hace malvivir, es odioso. Es odioso para los padres que se pierden entre jornadas interminables, la educación de sus hijos, es odioso para los millones de niños que trabajan para enriquecer a las grandes firmas, es odioso para los que pierden su dignidad ante un patrón tiránico, es odioso para los que ya no tienen ni leyes a las que recurrir para hacer valer unos derechos en regresión.
    Y se lo digo yo, que he perdido mi trabajo y que estoy expuesto a trabajar poco y cada vez más barato, que he pasado a formár parte del montón de carne humana barata que arderá en benefico de los beneficios de alguien con más dinero que yo.
    Yo odio el trabajo, porque me esclaviza, he trabajado jornadas de doce, quince horas, fuera de mi casa durante días y hasta semanas y ello no me ha dado bienestar económico, ni reconocimiento social, ni seguridad para mi y los míos, ni me augura una vejez decente. Sólo he contribuido a que mis jefes viajaran en Mercedes a mi costa. Si eso es dignidad, no digo lo que me parece digno, porque sería apología del delito.
    Un saludo, y espero que se mejore de su salud.

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    1. Mi amigo don Luis Ángel: mi enfermedad me tiene muy disminuido, tanto es así que el jueves me harán un escanee (creo que así se escribe) cerebral. Le agradezco, como siempre, sus importantes comentarios, su extensión y sus temas, pero no estoy mentalmente dispuesto a darle mi opinión, por lo que le ruego me perdone y espera.
      Estoy publicando cosas que tenía escritas. Gracias y un fuerte abrazo.

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