Para conmemorar el
centenario de la Consagración de Nuestra Sra. la Virgen del Pino como Patrona, La
Virgen ha bajado, multitudinariamente, desde su Basílica en Teror (pueblo en el
interior de la isla), a la ciudad de Las Palmas, y permanecerá en la Catedral hasta
el 14 de los corrientes.
Queriendo unirnos
a este acontecimiento, dedicamos estas letras deseándoles que “La Paz sea con usted”.
En las islas Canarias tenemos un habla peculiar
que, entre otras cosas, se caracteriza por no usar el "vosotros".
Usamos el "ustedes". En la España peninsular el título de estas
líneas sería “La paz sea con vosotros".
Hecha esta aclaración, entremos en el tema de
hoy.
El saludo diario debería ser: La Paz sea con
usted / ustedes. Éste debería ser el inicio de nuestros días. Y para esto no se
necesita creencia doctrinal alguna: basta ser un ser humano que trata de ser
bueno. Así podremos crear el ambiente amable de intimidad y relación que tanto
necesitamos porque solucionaría la mayoría de los problemas.
“La paz sea con usted” es un signo de amor
profundo, de amor a Dios y de amor al ser humano. Sirve para todos. Como hemos
dicho, este saludo no tiene credo.
El saludo y la despedida habitual deberían ser
“La Paz sea con usted”.
La sonrisa, como el saludo cariñoso, rompe las
tinieblas que podamos tener en ese momento. Vete en paz, la paz sea con usted.
Si al desear la paz le añadimos la caridad, el
saludo se convierte en un bien inconmensurable que puede llegar a la eternidad.
Se necesita tener paz para darla. Y es muy fácil
tenerla.
San Agustín, el gran doctor de la Iglesia, dijo:
la verdadera paz es “la tranquilidad en el orden”. Orden entre todos nosotros y
los demás. Si tenemos y conservamos ese orden tendremos la paz, y podremos
transmitirla.
El orden es signo de justicia, como lo es la
paz.
Sin orden no hay paz ni justicia. ¡Vivimos con
orden cuando creamos la paz y la justicia entre nosotros!
¡Siempre podremos vivir y repartir a diario la
misericordia!
Don Álvaro del Portillo dijo: “Donde hay amor a
la justicia, donde existe respeto a la dignidad de la persona humana, donde no
se busca el propio capricho o la propia utilidad, sino el servicio a Dios y a
los hombres, allí se encuentra la paz”.
Tenemos que comenzar por tener nosotros la paz y
luego transmitirla a todos.
La paz verdadera es la que nos hace preocuparnos
por los demás, tanto como de nosotros mismos.
Hace veinte siglo Jesucristo nos dijo: la
paz os dejo, mi paz os doy. Y nos lo dijo a cada uno de nosotros,
creyentes o no, para que la vivamos y la compartamos.
Con la paz se encuentra el verdadero sentido de
nuestras vidas.
La Paz es Padre Dios.
Ser de buena voluntad coopera para tener y
querer la paz
Tener y llevar la paz es dar y entregar la
felicidad. Y si se hace con sentido sobrenatural, es cooperar a una mayor
libertad.
Con la paz se acaba el desasosiego y llega la
felicidad y la libertad.
¿Compartimos
y repartimos la paz, y con ella la felicidad y la libertad? Si es así “La paz
sea con usted”.
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