Publico
hoy por la excepción del Acontecimiento.
“PENTECOSTÉS”
Pentecostés ha
sido y sigue siendo una de las fiestas grandes de la humanidad.
Recordamos y
festejamos la Venida del Espíritu Santo sobre el colegio apostólico, y sobre
todos nosotros.
¡Le debo tanto
al Espíritu Santo, que sin Él ahora no estaría escribiendo -ni antes habría
escrito nada- cosas y hechos que me llenan el alma, y que deseo transmitir para
el bien de todos!
Pentecostés se
remonta a la antiquísima fiesta en la que se daba gracias a Padre Dios por los
frutos de la cosecha. Posteriormente se festejaba el recuerdo de la
promulgación de la Ley que Padre Dios nos dio en monte Sinaí.
En la actualidad
festejamos la Nueva Alianza. La llegada del Espíritu Santo Dios con todos sus
frutos, dones y alegrías.
Jesucristo Dios
nos dejó dicho: El Paráclito, el Espíritu Santo… os lo enseñará todo y
os recordará todo lo que os he dicho.
Necesitamos al
Espíritu Santo para comprender las verdades que nos enseñó Nuestro Señor
Jesucristo.
La venida del
Espíritu Santo nos santifica con todas las oraciones e inspiraciones. Encamina
nuestras vidas.
La llegada del
Espíritu Santo nos ilumina para anunciar y recordar la Muerte y la Resurrección
de Jesucristo, Hijo de Dios.
Nuestra santidad
y nuestra eficacia en la vida dependen de la correspondencia los dones e
inspiraciones del Espíritu Santo.
¡Ayúdanos
Espíritu Santo. Llenas los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego
de tu amor! ¡Y renovarás la faz de la tierra!
Terminamos con
el himno que se canta en la Santa Misa del día de Pentecostés (el domingo pasado): Ven,
Espíritu Santo, y envía desde el cielo un rayo de tu luz. Ven, padre de los
pobres; ven, dador de las gracias; ven, lumbre de los corazones. Consolador
óptimo, dulce huésped del alma, dulce refrigerio. Descanso en el trabajo, en el
ardor tranquilidad, consuelo en el llanto. ¡Oh luz santísima!, llena lo más
intimo de los corazones de tus fieles (…). Concede a tus fieles que en Ti
confían, tus siete sagrados dones. Dales el mérito de la virtud, dales el
puerto de la salvación, dales el eterno gozo.
¡Ven Espíritu Santo. Revélanos las verdades y que las
cumplamos. ¡Haznos santos!
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