¡LA MARAVILLA DEL
AMANECER!
¡Qué
maravilla ver el amanecer!
El
amanecer no sólo es ver la luz del sol que oculta la obscuridad, sino
comprobar que vivimos en un nuevo día para ser felices, hacer felices y amar hasta la eternidad.
Todos
los días de la vida tienen un amanecer, que debería ser de ilusión y esperanza para alcanzar lo
que ambicionamos y luchamos por conseguir.
La felicidad y la libertad -patrimonios de la humanidad- sólo se alcanzan con amaneceres llenos de honestidad, humildad y con deseo de ser, de que sean y tengan todos lo mismo bueno que los demás.
La felicidad y la libertad -patrimonios de la humanidad- sólo se alcanzan con amaneceres llenos de honestidad, humildad y con deseo de ser, de que sean y tengan todos lo mismo bueno que los demás.
La
maravilla de la vida es un continuo amanecer.
Los
ocasos en la vida sólo deberían ser los que la Naturaleza nos da a diario, y no los resultados de
nuestros actos.
No
hay ocasos o fracasos cuando hay honestidad y sinceridad, buscando el bien por encima del mal.
El
bien está en nosotros por encima del mal cuando amamos con pasión, con
honestidad y veracidad.
El
bien no viene, el bien se tiene.
El
bien se consigue y se tiene con nuestro comportamiento, que si añadimos la virtud de la fraternidad y
del amor a los demás, haciendo y
diciendo todo aquello que vaya dirigido al bien de los demás, y al nuestro
propio, seremos portadores y distribuidores de la plena felicidad y la plena libertad.
¿Qué
más puedo desear que tener y repartir la plena felicidad y la plena libertad? ¡Origen y fin de la
honestidad para esta vida y para la
eternidad!
Esperemos
a que amanezca y sea un nuevo día de ilusiones, de trabajo y de esfuerzos
por ser y por repartir lo que los demás desean y nosotros les damos, y que eso sea siempre para
el bien de todos sin distinción.
Amar
el amanecer: para que sea un nuevo día de ilusiones y esperanzas, que todos necesitamos, y para que
luchemos por la paz.
Sin
paz no hay libertad ni
felicidad, y menos continuidad.
La
maravilla del amanecer será cuando hayamos conseguido la tan necesaria mayoría
de personas honestas y participativas que nos impliquen a los demás.
Si
amamos y somos amados, con verdadero y sincero amor, tendremos, todos los días, la maravilla del
amanecer.
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