“EL RESPETO. EL INSULTO”
La convivencia exige respeto.
A toda persona, sin excepción, se le exige y se le debe respeto.
El insulto procede de los maleducados, de los irrespetuosos; en
ocasiones, de personas agresivas.
Quienes insultan, ¿han tenido la oportunidad de verse en el
momento de proferir el insulto?
Quien insulta, ¿le gusta ser insultado?
La medida con la que medimos es la misma con la que nos van a
medir.
La palabra es el medio de comunicación por excelencia. Con la
palabra se habla de amor, y con la palabra se insulta faltando al respeto, e
incluso al honor.
Respetar no se improvisa: se aprende de niño y se practica a lo
largo de la vida.
El respeto es una de las mayores manifestaciones de la bondad, de
la igualdad, del honor, de la educación, del amor y de la libertad.
¡El insulto degrada a quien lo dice, quien, además, siempre pierde
su causa, por mucha razón que tenga!
En efecto: no existe razón para insultar. Se insulta por falta de
honor y se falta al respeto, dejando dicho quien soy.
¡El respeto y la consideración son expresiones del amor! Cuando se
practican en la libertad, conducen a la santidad.
El respeto es uno de los cimientos de la felicidad. No puede haber
felicidad en la falta de respeto.
El odio suele desencadenar el insulto. Y el insulto alimenta el
odio.
“¡El insulto es el cimiento del odio exacerbado!”
“¡El respeto es el cimiento del amor honesto!”.
¿Cómo llegar a las personas que
insultan y faltan al respeto, para hacerles comprender que sus sentimientos
están atormentados y que si los moderan sentirán la felicidad, pues no se les
ocurrirá insultar, ni faltar al respeto?
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