viernes, 11 de marzo de 2016

“LA HUMILDAD Y EL SERVICIO A LOS DEMÁS”



“LA HUMILDAD Y EL SERVICIO A LOS DEMÁS”




La humildad se alcanza cuando nos olvidamos de nosotros y tenemos presentes a los demás.
La humildad ilumina el camino hacia la bondad, para llegar a la santidad.
¡La humildad es difícil! A mí me cuesta mucho: siempre lucho por ser consecuente y, las veces que lo consigo, procuro ser más humilde y agradecido.
Hay que rechazar la soberbia y la vanagloria, porque son faltas de humildad.
Sin humildad no se puede ayudar.
La ayuda, el servicio a los demás se incrementa, es más eficaz, cuando se hace con humildad. Hay más caridad y más sinceridad.
La humildad trasciende la propia realidad, porque es la gran impulsora de las obras grandes,  necesarias para ayudar y para servir a los demás.
La conciencia de nuestra poquedad es cimiento de la humildad.
Buscar la propia excelencia, creyéndose el no va más, es andar sin humildad, coger el camino que conduce a la maldad.
La falta de humildad repercute en los demás.
Los dogmatismos, la ironía, el subterfugio, aprovecharse del anonimato, el egoísmo, la cobardía… son grandes cooperadores de la falta de humildad: arrollan el bien y siembran el mal.
La humildad exige dignidad.
La dignidad es ayudar a los demás sin pedir nada a cambio: rezar por los demás, teniendo humildad.
La humildad es estar siempre dispuesto a ayudar, estar al servicio de los demás.
La humildad se aprende de niño, se practica de mayor y crece y progresa si tenemos amor a los demás.
“Lo primero sea yo su servidor”.
La humildad abre caminos a la caridad y, si las vivimos con intensidad, vamos camino de la santidad.
La honestidad, la alegría y el servicio a los demás están fundamentados en la humildad.
Benditos y alabados sean los humildes, que sirven a los demás. De ellos nace el amor que se reparte con honestidad.
El amor en libertad con honestidad y humildad nos engrandece y nos dirige hacia la santidad.

La humildad y el servicio a los demás deben ser la meta para alcanzar la felicidad, el respeto, el amor y la auténtica libertad.



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