“PEDIR
PERDÓN”
Pedir perdón debe de ser un gesto y un hecho que
manifiesta y demuestra el arrepentimiento al daño causado.
Los seres humanos tenemos la debilidad de ser
pecadores. Pero eso no es lo peor: lo peor es no arrepentirse y no pedir
perdón.
Siempre debemos pedir perdón para, por lo menos,
tratar de compensar, y si es posible remediar, el daño causado.
Quien pide perdón con honestidad y amor merece
que su perdón sea aceptado. Merece ser perdonado.
Los grandes aliados del perdón son la humildad y
la honestidad.
La humildad es la virtud que inspira la
necesidad y da la fortaleza de pedir perdón.
La vida está llena de errores y de pecados, pero
quien se arrepiente y pide perdón merece ese perdón con la penitencia que
le fuere impuesta, como pago del daño causado.
Pedir perdón es un medio necesario para poder
caminar por el sendero del bien.
Pedir perdón debe ser el fin del error y del
pecado, si ha sido pedido con toda la debida honestidad y sinceridad.
Debemos fortalecer la humildad, que es la gran
virtud de la convivencia, de la paz y del amor.
Sin humildad la vida se llena de pena y de
dolor. El arrepentimiento y pedir perdón con humildad es el medio de corregir y
de enmendar el daño causado.
La humildad fortalece la vida y debe ser el
medio para conseguir el perdón cuando se pide con humildad.
Pedir perdón debe ser el acto y el gesto final
para alcanzar el perdón.
Pedir perdón debe ser el fin del pecado y del
error.
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