“PENSAR EN LA MUERTE”
Pensar en la muerte, lo
que hago, debería ser algo habitual y normal, en especial cuando se alcanza una
cierta edad. Pero también conviene pensar en la muerte en la juventud, porque
no se sabe cuando nos llegará la hora.
Los viejos, los que no
somos tan jóvenes, estamos más cerca de la muerte, lo que nos debe servir para
pensar y meditar más, y con más frecuencia, en la muerte.
La muerte es inseparable
de la vida. Esto lo sabemos todos, pero no todos lo pensamos y meditamos para
entender y aceptar ese momento importantísimo de la vida, que es la llegada de
la muerte.
Cuando llegue la muerte
- que seguro llegará - no nos debería coger desprevenidos.
Deberíamos aprender,
desde niños, a considerar y meditar sobre la muerte, por lo que es: un hecho
totalmente natural, ineludible e irreversible.
Los creyentes creemos
que la muerte es el paso necesario para poder llegar a la presencia de Padre
Dios, que eso es el cielo.
Los no creyentes ¿qué
piensan sobre la muerte?
Hasta donde alcanzan mis
conocimientos, los no creyentes creen que la muerte es el final del recorrido y
que no hay nada más. Se acaba todo. Después de la muerte, no hay nada. Ni
nadie.
Como creyente rezo, con
profundos deseos y amor al ser humano, para que todos crean que existe un Padre
Dios y que nos espera una feliz eternidad por su bondad infinita. ¡Que eso es
Padre Dios! La bondad infinita.
Y si como creyente estoy
equivocado, y no hay nada después de la muerte, esta convicción me ha servido
para ser feliz y ayudar a los demás, por creer en el Primer Mandamiento y
tratar de ser consecuente. Me ha ayudado, poderosamente, a mejorarme y a tratar
de mejorar y ayudar a los demás, y con ello he vivido la felicidad.
¿Qué encontraré después
de la muerte, como creyente, si no hay nada? Estaré igual. Se habrá acabado
todo y ya no existirá nada.
Pero y ¿si hay un Padre
Dios y una eternidad?
Por favor, considere la
posibilidad - como yo considero la posibilidad de que no exista Padre Dios -
que existe ese Ser indescriptible: el Amor pleno, la caridad absoluta, toda la
bondad, la benevolencia suprema y la plena e infinita misericordia que nos
espera para llevarnos a su eterno Reino de la felicidad en su contemplación,
para toda la eternidad.
Y nos llevará a su cielo
tanto a los creyentes como a los no creyentes. Eso dependerá de cada uno.
Pensar en la muerte, no
nos perjudicará, nos beneficiará.
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