viernes, 1 de noviembre de 2019

“¿EN QUÉ PUEDO AYUDARLE? ¿EN QUÉ PUEDO AYUDARTE?





“¿EN QUÉ PUEDO AYUDARLE?  ¿EN QUÉ PUEDO AYUDARTE? 

Hay dos frases imprescindibles y necesarias que debían estar en nuestras mentes, en nuestras palabras y en nuestros corazones cada vez que hablamos con las demás personas, y son: ¿En qué le puedo ayudar? ¿En qué te puedo ayudar?
"¡La felicidad y la libertad nacen y crecen en y con la ayuda que prestamos a los demás!"
"¡Vivir para sí, olvidando a los demás, es un egoísmo que nos arrastra al mal y es fuente de graves problemas personales y sociales!"
El mal se aprovecha de los egoístas y malvados que solo piensan en sí mismo y no tienen en cuenta a las demás personas.
"¡Los demás son los amigos-hermanos más cercanos!"
Amar a los demás ayuda a reparar nuestros pecados.
"¡La felicidad y la libertad se desarrollan y crecen con y en el amor a los demás!"
Los egoísmos, los paternalismos condescendientes, los individualismos exacerbados solo nos llevan al mal, sin remedio y con gran rapidez.
"¡El amor a los demás es una bendición universal!"
"¡Ame a los demás, y vivirá y gozará de la plena felicidad, y los demás recibirán una ayuda eficaz de su parte, que también les causará alegría!"
El amor a los demás es la virtud que engrandece el alma, desarrolla las virtudes, fortalece el ejercicio del bien, y desarrolla la bondad personal y la calidad moral de nuestra sociedad.
Amar a los demás es ante todo la honestidad propia vivida y compartida, fortaleciendo las virtudes de la convivencia, e incrementando la santidad de cada uno y de todos.
Todos hemos nacido para la buena convivencia en esta vida y para la santidad.
Quien no vive la santidad va por el camino del mal.
La santidad es vivir de acuerdo a las creencias y valores morales, éticos o religiosos.
Respetar y cuidar esos valores es la gloria terrenal.
Desaprovecha su vida si no ayuda a los que le rodean. Reducirá la felicidad y mermará la libertad suya y de todos.
Me atrevo a afirmar: "Ayude a los demás; fíjese: incluso aunque solo sea por propio egoísmo, o farolismo, o por creerse un mecenas, o por querer vivir de las apariencias, o por engañarse a sí mismo. PERO AYUDE A LOS DEMÁS. AYÚDELOS". Y recibirá una recompensa aunque no sea merecedor de ella. Rectifique su motivación, pero aún si no es buena, haga efectivamente el bien.
El bien es y será siempre el bien.
El mal es y será siempre el mal.
La conciencia es el gran regulador de las vivencias y de las creencias.
Oiga a su conciencia. Siempre está despierta, aunque trate de acallarla, jamás lo conseguirá.
Los egoísmos personales son el enemigo mortal de la felicidad y de la libertad. Lo crea o no lo crea, así es y así será. Es una lección de la experiencia y de la Historia.
Ayudar a los demás es vivir, es vida. Para los creyentes es estar en contacto directo con Padre Dios, que ha creado a todos, y quiere que seamos hijos suyos y hermanos entre nosotros. Es participar de la vida de amor de Dios. Y para los no creyentes lo mismo, aunque no lo sepan o no lo crean, aunque se pregunten por el origen de la humanidad o de nuestra común naturaleza intelectual y moral, y no tengan respuestas.
"¡Padre Dios lo es para todo ser viviente, crea o no crea, sea creyente o no lo sea!"
"¡Ayude a los demás y habrá realizado un bien y recibirá del mismo bien que ha repartido!"
Recogemos lo que sembramos. Hagámoslo como lo hagamos. Creamos lo que creamos.
Ayude a los demás, y recibirá el bien que ha repartido, y puede que hasta con ganancias inesperadas.
Ayude a los demás y será merecedor dela palma y el gran regalo de la santidad.
Ayude a los demás y vivirá la gloria ya en esta tierra.
"¡PRUEBE Y VERA!”

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