lunes, 18 de noviembre de 2019

“¡¡¡UNIR!!!” “¡DESUNIR!”





“¡¡¡UNIR!!!” “¡DESUNIR!”

Escribo este artículo en la madrugada de mi 89 cumpleaños.
Me desperté, después de tan solo un par de horas de sueño. Y me desperté con la insistente melodía de escribir sobre este importante tema.
"¡¡¡UNIR!!!" es aumentar; es sumar; es agregar; es reunir; es complementar; es añadir.
La unión sigue siendo la fortaleza entre dos cosas o personas.
Unirse es la condición de matrimonio. Convertir dos cuerpos en uno. "¡Lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre!"
La debacle de los pueblos comienza cuando la unión es  circunstancial y no duradera, o totalmente olvidada y no practicada.

"¡La unión de las personas y de las naciones es la fortaleza ante la adversidad material o espiritual!"

Hay una frase que he querido usar repetidamente y hasta acuñar, que es: “¡La honesta participación en la unión, es la solución de los problemas sociales!”
La unión es el germen de la felicidad y de la libertad.
Solos no podemos ser libres ni felices, necesitamos a los demás.
Unir es el logro del bien y el enemigo del mal.
Desunir es restar, es separar, es menguar, es reducir todo lo que debería se unido. Desunir impide el bienestar personal y social.
Desunir conduce a la infelicidad y reduce la libertad. Y nos convierte en colaborador del mal.
"¡Quién desune, carga con una responsabilidad por el daño que pueda efectuar, que pueda causar!"
"¡Nunca desuna!"  "¡Siempre una!"
La vida, esa maravilla que nos ha tocado vivir, es la gran oportunidad que tenemos para crear y desarrollar el amor, la amistad, la hermandad, la unión entre personas para desarrollar y vivir la felicidad y la libertad, siempre en unión con los demás.
En mi larga experiencia vivencial una y otra vez llego a la misma conclusión: he pecado cuando he separado, he desunido, mi amor a Padre Dios o a los demás.
Se vive para unir. Y la muerte llega para que esa unión sea eterna con Padre Dios y supere así la descomposición del cuerpo, la desunión del cuerpo. Pervive el alma en unión con Dios, a la espera de la resurrección con su nueva unión con el cuerpo glorioso, en la gloria de una vida eterna.
Padre Dios es la infinita unión en la felicidad desconocida de la eternidad. Ese desconocimiento existe porque es imposible, humanamente, saber qué es la eternidad.
Para mí la eternidad es la contemplación de Padre Dios y la participación por su bondad en la infinita vida divina (que eso creo que es el cielo).
Nos podemos ni imaginar la vivencia real del cielo ni por supuesto saber cómo es y qué se siente al vivir en la contemplación de Padre Dios, al estar en el cielo prometido y tan profundamente deseado.
Unir debe ser nuestra meta diaria.
Desunir debe ser nuestro objetivo a combatir.
Jamás desunamos. Siempre unamos.
"¡¡¡El amor es la forma y la manera de vivir la verdadera y real unión entre los seres vivientes!!!"
Los seres humanos nacimos para la unión.
La desunión es el mal que hay que combatir hasta el momento de la muerte.
Una, no desuna. Y habrá conseguido la felicidad personal y la de los demás.
Unir es crear un vínculo que solo sirve para fortalecer e incrementar la unión hasta que la muerte nos separe. Y entonces no nos separará la muerte.
La unión en el amor, es convertirse en el complemento del ser amado, es la necesidad de compartir la vida con el ser unido, con el ser amado.
¿Unir? ¿Desunir? ¿Qué hará? Usted me lo dirá.
Según lo que me conteste sabré contestarle -simplemente sugerirle- hacia dónde va y a donde llegará.
Si Padre Dios nos ilumina, y hemos sabido vivir la honesta y participativa unión con los demás, llegaremos al cielo, y en la tierra a la felicidad.




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