“¿CUÁNTO
VALEMOS?”
Se
sea creyente o no, nuestro valor es inconmensurable, no se puede contar ni
valorar.
Los
no creyentes supongo se valoran por ser personas. Los creyentes lo tenemos
claro: somos hijos de Dios y hermanos de Jesucristo.
En
ambos casos: ¿Existe mayor valor? ¡Más valor, imposible!
¿Nos
consideramos como algo de tanto valor?
Si
es así, el respeto y la consideración que nos tenemos, - que teníamos que tener
-, debería ser, igualmente, inconmensurable.
Entonces:
¿Por qué matamos? ¿Por qué le quitamos la vida a otro ser de valor
inconmensurable o le dañamos?
Esto
debería ser imposible.
Lo
cierto es, por nuestra imponente libertad, se puede matar, y de muchas maneras.
Quizá la peor sea el aborto, con el atenuante que una madre, si mata, es algo
tan grande que tiene que existir unas causas de perturbación, algo que las
sitúe fuera de la realidad.
Lo
contrario no lo entiendo.
¿Cuánto
valemos? ¿Cuánto valgo?
Somos
únicos e irrepetibles. Jamás habrá otro igual.
¿Nos
damos cuenta de esa realidad?
La
ciencia podrá hacer algo en el futuro, que desconozco. En cuanto al alma, estoy
seguro que no habrá otro igual.
El
alma es única e irrepetible. Se podrá tener un cuerpo igual, pero no un alma
igual. Esto, también, lo creo a pies juntillas.
Se
podrá clonar el físico, pero ¿se puede clonar el espíritu?
Somo únicos e irrepetibles, y por toda la eternidad.
¿No
es algo sumamente maravilloso e imponente?
Sólo
vivimos una vida. No creo en la reencarnación.
Respeto,
lógicamente, a las creencias de buena fe, como puede ser la reencarnación.
Hoy,
ayer y si vivo mañana, son mi realidad. Son nuestras maravillosas realidades, y
esos días hacen nuestras vidas.
Todos
vivimos por el amor y para el amor.
El
amor engrandece, ennoblece y eleva al ser humano a la cumbre del espíritu y de
la felicidad.
Dios
es amor.
Alegrémonos
y demos gracias a Padre Dios por la vida y por lo que vivo.
Se sea creyente o no: vivimos, existimos y
nos comunicamos.
Sirva para rentabilizar el valor
inconmensurable de la vida, y con ella repartamos la felicidad, - a la que
todos estamos llamados a vivir y a compartir -, por ser únicos e irrepetibles y
tener la liberta.
Somos invalorables y eternos.
Amigo Luis: El aborto es una desgracia para las mujeres. A ninguna me la imagino yendo a abortar cantando.
ResponderEliminarNo sabemos qué pasa por su vida y por su cabeza en esas condiciones, así que apliquemos lo de "No juzgues y no serás juzgado"
Lo que no se puede es equiparar un aborto con un asesinato y echar encima a una mujer desgraciada aun más peso, no me parece caritativo.
Un saludo.
EliminarTodos somos responsables de nuestros actos, y hay atenuantes.
He querido decir que: algo que las sitúa fuera de la realidad. Intento ser comprensivo, estoy cangado de defectos, y creo lo mismo: “No juzgues y no serás juzgado”.
Nadie tiene derecho a matar: ni las madres, ni la justicia humana, ni los criminales. La vida es intocable.
Mi deseo es que no hay un solo aborto, y eso es lo que he intentado expresar, pero nunca cargar más dolor y amargura a algo irreparable.
Supongo que tiene que ser espantoso. Y lo menos que deseo es agravar y hurgar en la eterna llaga.
Siento que se haya entendido tan negativamente, cuando mi deseo es lo contrario.
Amo apasionadamente al ser humanos, a todos, y no deseo el menor mal para ellos.
Sobre que valemos inmesurablemente por ser hijos de Dios, no tengo nada mas que asentir.
ResponderEliminarEl valorar la vida es algo, también, que no ofrece discusión, pero algo que se valora, por esa irrepetible cualidad que tenemos, es que el cariño, la compañía, la aportación a la sociedad que hacemos cada uno de nosotros, ese regalo sí que vale. por eso es momento de dar las gracias a las madres, a los padres, a los amigos, a nuestros maestros, a todos los que ayudan a que la vida sea mejor.
Gracias LUis
EliminarGracias a ti por tus aportaciones. Es una manera tan efectiva de participar que, además, amplía los temas, lo que te agradezco de corazón.