Ruego a mi amigo don José Manuel Cabrera le haga llegar, a los
jóvenes, esta mi LOA, con agradecimiento, y a la tanta grandeza de ambos, y ser
portadores de la gran esperanza de esa
necesaria mayoría honesta, que participando tengamos la plena libertad, y
seamos, lo que debemos ser: felices.
“¡LOA A LA JUVENTUD!
CREO CIEGAMENTE EN ELLA”
Viene, ya ha llegado una juventud esplendorosa.
Cree, vive y entiende la solidaridad auténtica.
Han aprendido que, cuando lo bueno se utiliza
por intereses de partido, la realidad se distorsiona y queda gravemente
perturbada.
Para amar no se necesita ideología alguna. Sólo
hace falta desearlo y vivirlo.
Lo saben y lo practican.
La juventud genera una inercia positiva – que
tanto esperábamos, deseábamos y necesitábamos – que desplazará al mal.
Es inquieta, sabia y amorosamente participativa.
Camina segura y firme. Ocupa los puestos que los
mayores teníamos copados inútilmente, y que ellos han recuperado para darles la
belleza de la frescura, de la ilusión y de la esperanza.
Me emociona hablar de todo esto.
Veo y siento que se acerca ese mundo mejor por
el que tanto hemos luchado (y seguimos , y seguiremos haciéndolo).
El pasota y el individualista -lastres
pesadísimos que están paralizando el progreso material y espiritual del hombre,
y son los grandes aliados del poder perverso- son hoy especies en vía de
extinción.
Podemos hablar de un futuro mejor. De un futuro
lleno de esperanza e ilusión en el que todos seamos libres y, por tanto,
felices.
Estos jóvenes comparten el trabajo e ilusiones,
suman y no restan, dirigen y no se arredran ante la adversidad. Caminan seguros
hacia ese futuro de esplendor que nos merecemos, y para el que hemos nacido.
¡Maldito quien entorpezca el caminar de esta
juventud!
¡Condena, y a perpetuidad, para quien ose parar
este proceso de recuperar y vivir valores éticos y religiosos!
Bendigamos a quienes cooperen y ayuden a este
maravilloso impulso creador del bien, apoyándolo y ayudándolo para que sea
arrollador. Para que elimine al mal.
Padre Dios: gracias por tus infinitas formas de
ayudarnos. Ahora lo haces con estos jóvenes. Gracias por haberme permitido
tener la felicidad de vivir este esperanzado caminar hacia una realidad
de felicidad y libertad, de ese mundo mejor que nos merecemos.
A ese mundo de paz, trabajo, honradez,
participación, felicidad y libertad.
Aquí nos tienes, agradeciéndote el bien que nos
haces en estos maravillosos jóvenes.
Tu siervo espera tu venida con mi partida.
Aquí estoy esperándote, rezando y rogando tu
perdón y misericordia, y que no olvides a esta maravillosa generación de
jóvenes que serán los que te amarán a ti y a su prójimo como a ellos mismos. Ya
lo hacen, ayúdales a que perseveren.
¿Qué puedo pedir? ¿Y qué más puedo desear? Sólo
esperarte y dar gracias.
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