“A LAS MADRES”
¡Las Madres! ¿Qué han hecho y harán por nosotros? ¿Qué haremos
nosotros por ellas? Todo.
Por la gracia de Dios, tenemos dos madres: la Virgen Santísima –
madre de Jesucristo y madre nuestra – y la madre que nos trajo al mundo.
A una le debemos la vida terrenal. A la otra la espiritual y
eterna.
Ambas han aprendido la misericordia de Padre Dios. Esa
misericordia es nuestro mejor y más valioso recurso, porque su compasión es
nuestra salvación, el espacio donde nos sentimos seguros. Ahí encontramos el
ejemplo y la fuerza para ser misericordiosos con los demás.
La Virgen María conoce, como nadie, el misterio de la misericordia
divina, por eso la llamamos “Madre de misericordia”.
Y nuestra madre natural nos conoce y ama, como nadie.
¿Cuánta felicidad y orgullo debe sentir cualquier madre, joven o
no tan joven, casadas o solteras?
La maternidad eleva a la humanidad, y a la propia madre, a la
cumbre de la existencia.
Gestar y desarrollar un nuevo ser. ¿Hay algo mayor que ser padres?
La maternidad lleva aparejada la bondad, el darse y amar
apasionadamente.
Roguemos por los padres y las madres, así como por sus hijos.
Roguemos por la vida.
Démosles a nuestras madres el mayor cariño, con eterno
agradecimiento. Nos han dado la vida.
Las madres son madres … ¿Qué más se puede ser? ¿Qué más se puede
dar?
Una familia con hijos, unida, sólida y educada, es el cimiento
firme sobre el que puede crecer una sociedad libre.
La maternidad y la familia merecen la atención y el apoyo por parte
de los poderes públicos y de los individuos particulares.
Gran parte de los problemas sociales y personales tienen su origen
en fracasos o carencias familiares.
No hay nada mayor que ser madre.
Cuidémoslas, querámoslas y la vida personal, familiar y social
serán lo que deben ser: un lugar lleno de amor y experiencia, tan necesarios
para la plena felicidad y la libertad.
Ser madre es la grandeza.
Querer a las madres es el recreo de la nobleza
Benditas sean por siempre jamás, y nosotros sus amores, seamos
buenos hijos y eternamente agradecidos.
Todo por una maravillosa obligación, la que nos obliga a ser
participativos, no pasivos, contribuyendo con nuestra honesto
comportamiento al bien personal y familiar, y, como consecuencia, al bien
social.
Hoy ha sido por primera vez madre Silvia.
ResponderEliminarVenticuatro horas de parto con arreglo al castigo divino. "Parirás tus hijos con dolor". En la sanidad pública se las han arreglado para escatimarle la epidural y forzar el parto sin cesárea hasta el último estremo.
Ella ha sufrido, gritado y maldecido y su hijo ha llegado al mundo entre la indiferencia.
Pero los dos han contribuído a la reducción del déficit público.
¡Dios mío! ¿Cuándo llegará esa honesta mayoría que imponga su comportamiento y no vuelvan a suceder cosas semejantes?
EliminarTodo grito de protesta que hagamos será poco.
Una madre y un hijo.
Como creyente, amigo Luis Ángel, no creo que Dios castigue a algo tan maravilloso como el nacimiento de nuevo ser. Somos los humanos los que castigamos.
Sabe que creo en al oración, rezaré por ellos, pero no basta. Si hay algo que pueda hacer me tiene a la entera disposición. Que Padre Dios bendiga a esa madre, padre, recién nacido y su familia entera.