viernes, 15 de febrero de 2013



Responder y agradecer la felicitación que me hizo, mi querido y admirado amigo, don Vicente Díaz Melián, con ocasión de haber sido uno de los candidato a Hijo Predilecto, así como a otro premio Social, ambos del Cabildo de Gran Canaria, y rechazado por acuerdo unánime de los grupos. La información que tengo ha sido por la prensa local y un primote.

 “NO HABER SIDO PREMIADO COMO HIJO PREDILECTO”

Detallo datos para aclarar al lector lo que quiero exponer, que es:
En un periódico local aparezco propuesto, entre otros, para Hijo Predilecto de la isla, galardón que otorga el Cabildo de Gran Canaria y ser el máximo honor al que puede aspirar un grancanario.
También figuro para otro premio Social.
Dos días más tarde, y en el mismo rotativo, apareció la lista de los nominados, en la que no figuraba.
Lógicamente, no debo tener los méritos para ese honor, no me aceptaron.
No dejo de reconocer que me agradó verme nominado o propuesto. La conclusión fue negativa, y se me perdieron las posibles ilusiones, porque soy de los creo que: honores en vida.
Por la misma razón no entiendo se den honores a muertos. Me parece que se ofende a las corporaciones anteriores, salvo que se aclare las razones de la nominación. Además no se le da esa alegría y reconocimiento a los que están vivos -que son merecedores-, sirviendo, demás, como ejemplo. Tan necesarios en estos momentos de corrupción y de ladrones.
Si creyera lo contrario solicitaría esos honores para el Rey Don Fernando Guanarteme, para don Rodrigo Díaz de Vivar (El Cid Campeador) … -de quienes me honro descender- creo sobradamente merecedores de los mismos.
Una señora de Tamaraceite solía decir: “después de muerta, de mis nalgas hagan tiras. Opino igual.
A los vivos nos debe alegrar recibir honores y, al mismo tiempo, el premio nos responsabiliza para seguir siendo ejemplo.
Quien reconoce y da honores a personas o entes vivos se engrandece, y quienes los reciben se enaltecen.
Me apena que hayan encontrado a tan pocos grancanarios vivos merecedores de esos honores. ¿Nuestro pueblo está tan falto de ellos?
Lo que sí puedo decir, a título personal, es que he tenido la enorme e inconmensurable alegría y esperanza de ver los muchos amigos que tengo. Llenan mi vida y son fundamento de mis cuatro pilares: Dios, la familia, los amigos y la comunidad, aunque esta última no me considera con méritos, lo que no le discuto, y apruebo.
Gracias amigo Vicente, que Padre Dios te siga bendiciendo, a los tuyos, amigos (en los que me encuentro) y vecinos.
La felicidad es compartir, y si está fundamentada en el honor, la verdad, la honestidad y la libertad, bien vale vivir y seguir luchando por ese mundo mejor.
Y todo por amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos.
Quiero apasionadamente a mis paisanos y a la humanidad entera, y les deseo la plena felicidad y libertad. Y reitero las gracias Vicente. Un fuerte abrazo.




2 comentarios:

  1. Don Luis, estoy de acuerdo en todo lo expuesto por su escrito y algo en este sentido debe cambiar. Para mí es usted la persona más HONORABLE que tiene mi Pueblo de Támaraceite. Un fuerte abrazo

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  2. Gracias mí querido y admirado amigo Don Juan Ramón: no se puede imaginar lo mucho que significan sus palabras.
    Tengo muchas debilidades (unas de mis taras), entre ellas caí en la ilusión sin fundamento. Me ilusioné equivocadamente.
    Su inconmensurable ayuda contribuye a borrar lo que para mi tiene de triste esa realidad.
    Usted sí que es formidable. Le debemos llenarnos de ilusiones con sus belenes y otros actos. Le necesitamos.
    Sus palabras, y esta experiencia, han incrementado, si es posible, mi amor a nuestras gentes.
    Por los honores no se debe dar la vida, sí la daría por mis congéneres.
    ¿Hay mayor honor que querer y ser querido?
    ¿Qué más puedo desear y tener?
    Les tengo a usted, a mi pueblo, a mis amigos y a mi familia.
    ¿Qué más honor que la amistad y el cariño de ustedes? A esto no hay quien lo supere.
    Soy tremendamente afortunado, y ciento haber caído, una vez más, en mis debilidades.
    Les ruego me perdonen.
    Más allá de cualquier oropel e ilusión están ustedes, razón de mi vida, eso es invalorable, se tiene o no.
    Con todo el cariño y agradecimiento, sumando el olvidar las equivocadas ilusiones, reciba un fortísimo abrazo extensible a su querida esposa doña Mency, resto de la familia, de su agradecido amigo y vecino Luis.

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