“LA AMISTAD”
A la amistad deberíamos dedicarle una parte importante de
nuestra vida.
La amistad es compartir la buena voluntad con cariño.
“Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus
amigos”
El amigo es con quien nos comunicamos, con la mayor naturalidad,
penas y alegrías; en quien confiamos plenamente, y de quien recibimos cariño,
comprensión y lealtad.
La amistad es sinceridad, confianza, consuelo, ayudar con el
ejemplo, animar.
El amigo nunca traiciona, sólo ayuda.
Jesucristo añadió: “amaos los unos a los otros como Yo os he
amado”.
La amistad verdadera es desinteresada, no busca el provecho
propio, sino el del amigo. Exige renuncia; no tiene dos caras; consiste en dar
más que en recibir; piensa en el amigo con generosidad, con personal
sacrificio.
La amistad necesita, lógicamente, que haya correspondencia. Que
el cariño y la benevolencia sean mutuos.
La amistad con el tiempo se acrecienta, haciéndose más fuerte y
más profunda.
No existe la envidia, ni el odio, ni el rencor, no hay sospechas
etc. Se crece con las dificultades.
San Agustín llama al amigo: “la mitad de su alma”.
Es ocasión del desarrollo de virtudes. Es un bien humano de
valor incalculable. Hay quien llega al heroísmo. Tanto el amigo, como el amigo
del amigo.
La amistad es un camino para acercarse a Padre Dios, y
alcanzar el cielo.
Allana el terreno de las dificultades, ha sido y es un medio
natural para comunicar sentimientos, en especial de quienes están cerca de
nosotros.
Al amigo se le da lo mejor que uno tiene.
La caridad debe ser el denominador común. Y el medio para
acercar y acercarse a Padre Dios -que es lo más esencial de nuestra vida-, y
que quiere que tengamos muchos amigos.
Es infinito su amor por todas las mujeres y hombres, y nuestra amistad es un
instrumento para llegar a Él y a nuestros amigos.
La amistad, todo lo puede, con la caridad y la ayuda de la
gracia.
¿Somos ejemplo para las personas que nos rodean, demostrando que
somos amigos de nuestros amigos?
La amistad es de un valor incalculable, sin ella se camina por
el sendero angosto de la soledad, con ella se hace el bien y se recibe el bien.
Es la forma de preocuparnos por el alma de nuestro amigo.
Quien tiene un amigo, tiene un tesoro que le ayudará aquí y en
la eternidad, para hacer el bien ahora y siempre.
Dichoso el amigo, dichoso el que lo tiene, y dichoso el
que lo es, porque pasaremos por sus vidas y nuestras vidas haciendo el bien,
para poder ser felices y libres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Necesito y agredezco todos los comentarios que me puedan hacer, complementarán y enriquecerán este blog. La solución es la participación. Gracias.