“DAR AL CÉSAR LO QUE ES DEL CÉSAR…”
Dar al César lo que es del César ha sido, es y será una
obligación de todo ser humano viviente.
Me cuesta creer que exista creencia religiosa que exija una
doble vida: una, la de los hechos temporales y públicos; y la otra privada, la
propia de la fe.
No hay razón Iglesia y Estado choquen en el ejercicio
legítimo de sus respectivas autoridades. Quien afirme lo contrario está fuera
de la realidad.
Todos debemos dar testimonio con unidad de vida, en hechos y
palabras, sincera y profunda. Cumplir fielmente con las obligaciones civiles,
religiosas o morales; pagar nuestros impuestos; distribuir correctamente los
bienes y los servicios; buscar, en definitiva, el bien personal y el bien
común.
La dejación de deberes y derechos es un pecado que conduce a
la corrupción, al dominio del mal sobre el bien. Esa inhibición permite que la
deshonestidad se adueñe de la sociedad.
Dar al César lo que es del César obliga a contribuir a la
justicia, a que desaparezcan las injusticias, las discriminaciones económicas o
sociales. En definitiva, a esforzarme porque las leyes sean justas, porque yo
soy justo.
Seamos laboriosos, alegres, optimistas, respetuosos, leales
y responsables en el cumplimiento de nuestras obligaciones, y en el ejercicio
de nuestros derechos personales y sociales.
Enamorarnos
del Ser Humano: luchar por tener y repartir la felicidad y la libertad, dando al
César lo que es del César.
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