“VIVIR PARA AYUDAR”
Los valores son una necesidad imprescindible para la vida personal, para la sociedad, y para el mundo entero.
Un gran valor, que requiere enorme responsabilidad y
actividad, es el de aquellas personas que dedican su vida a ayudar a los demás.
Hay sacerdotes y seglares, religiosos y laicos –mujeres y
hombres– que dedican tiempo de sus vidas para ayudar a los demás.
La santidad necesita esa entrega. Se hace en esas personas
que dedican su vida a los demás.
Dedicar tiempo a los demás no se aprende de mayor, se aprende
de niño, se copia de los
mayores y se practica por propia voluntad, convicción y responsabilidad.
La sociedad debe distinguir y agradecer a toda persona que
dedica su vida a los demás.
“Es de bien nacidos ser agradecidos”.
El individualismo, el pasotismo y toda manifestación egoísta,
son lacras sociales que retrasan el progreso y la felicidad de los pueblos. Son
la tara de la sociedad, generadores, por activa o pasiva, de la maldad.
¿Cómo llegar a esos retrógrados de la sociedad? El daño que
hacen es brutal.
¡Pues a vueltas con la mayoría! Sin una mayoría social honesta y participativa, que viva y trabaje por los demás, no hay posibilidad de lograr el necesario bienestar y la libertad.
¡Pues a vueltas con la mayoría! Sin una mayoría social honesta y participativa, que viva y trabaje por los demás, no hay posibilidad de lograr el necesario bienestar y la libertad.
Vivir para los demás y ayudar es el camino de la santidad,
enriquece la vida y da la felicidad y la libertad, para que exista un
mundo mejor.
Vivir y participar para ayudar es una necesidad.
Sin esa participación y necesidad no hay felicidad.
Roguemos y agradezcamos a tantos buenos que participan y viven para
ayudar.
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