“A
LA MEMORIA DE DOS GRANDES SACERDOTES Y SEÑORES”
Don Ramón Luján García y don
Jesús Jiménez Juárez, sacerdotes del Opus Dei, han fallecido con días
de diferencia en este final del año 2015.
Don Ramón el mismo 31 de
diciembre, don Jesús el 23.
Ya están en la Presencia de
Padre Dios, que eso es el cielo.
Sus hechos, consejos y
bendiciones han marcado mi vida.
Mi agradecimiento, a ambos, es
eterno.
¿Qué puedo y qué debo hacer?
Rezar y pedirles que ellos imploren a Padre Dios por todos nosotros, por el
mundo entero. “Que es lo que estarán haciendo”.
Mis recuerdos, de los dos, son
tantos y tan valiosos que han fundamentado y marcado mi vida, para vivirla
tratando de ayudar a la gente.
La santidad personal es de un
poder inimaginable, pero es vivible, se puede alcanzar. Y ellos eran
santos.
La santidad es estar cerca de
Dios, y por esa razón tiene un poder que hace mejorar a los demás.
He sido un gran afortunado
habiendo podido darles mi admiración, cariño y amistad a esos dos
santos, dos grandes sacerdotes del Opus Dei y dos señores: don Ramón Luján y don Jesús
Jiménez. Y haber recibido una dirección espiritual a lo largo de estas
décadas que me ha permitido
tratar de ayudar y de amar al ser humano con pasión.
Que esas vidas dedicadas a la
oración, a hacer y decir lo que es el bien y el amor a Padre Dios, al ser
humano y a la Naturaleza – como han sido las de don Ramón y don Jesús - jamás
queden en el olvido. Por eso quiero recordarlos rezando.
Ya vivo en el atardecer de mi
vida, y la estoy tratando de vivir, lo más intensamente que puedo y debo,
dedicado a ayudar –es lo que ellos me fortalecieron –y esta nueva vida me
está llenado el corazón y la esperanza de conseguir el mundo mejor que
corresponde a los hombres, y de llegar, con la gracia de Padre Dios y su
misericordia, a ese fin de la vida de todo hombre que es el cielo. Gracias
por darme la esperanza del cielo.
Benditos y alabados sean don
Ramón y don Jesús por el bien que nos hicieron, y que ahora gocen la
inefable e indescriptible vida eterna de la contemplación de Padre Dios en
el cielo.
Gracias don Ramón y don Jesús
por tanto bien que repartieron y que hemos tratado de aprovechar, estamos
tratando de aprovechar.
En la espera ilusionada de
volver a verles y compartir el cielo –que tanto anhelo– reciban don Ramón
y don Jesús, don Jesús y don Ramón las más efusivas y agradecidas gracias por
tanto bien que han repartido y la seguridad de que con su ayuda desde el cielo
nos esforzaremos por aprovecharlo para el bien de todos.
Gocen de la eterna contemplación de Padre Dios
don Ramón y don Jesús, don Jesús y don Ramón.
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