“¿PARA QUÉ HEMOS NACIDO?"
Todo comienzo del año nos interpela: ¿Para qué hemos nacido?
¿Me lo pregunto? ¿Cuál es la respuesta?
Personalmente no rehuyó la pregunta. Y esta es siempre mi
respuesta: He nacido para hacer el bien y ayudar.
El mal es una consecuencia de la ausencia del bien.
¿En qué contribuyo a que domine el bien o el mal?
No soy fatalista. El margen para el azar es limitado. Yo intento
contribuir, directamente, en y desde mis circunstancias. Y creo que lo mismo le
pasa a usted.
¡Achacarle a los demás lo que yo he hecho o dejado de hacer eso si
es una fatalidad!
¿Cuál es para mí la razón de mi existencia?
No tengo la menor duda: amar a Padre Dios sobre todas las cosas y
al prójimo, a usted, como a mí mismo.
¿Vivo de acuerdo ese mandato y creencia? Eso es lo que quiero. ¿Lo
consigo? Eso es lo que quiero.
No basta con querer, hay que actuar.
Ya son años de vida y cada día estoy más convencido de la
necesidad de ayudar.
Creo que todas las obligaciones se reducen a eso: ayudar.
¿Ayudo en la medida de mis posibilidades? ¿O soy un pasota?
¡Eh ahí la cuestión!
Una cuestión que tiene una fácil solución: ayudar.
¿Para qué hemos nacido? Para
ayudar.
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