“REGIR LOS DESTINOS DEL PUEBLO”
Regir los destinos del pueblo es una de las
mayores alegrías, honores y responsabilidades que podemos tener los seres
humanos.
Alegría de poder ser útil y servir a la
comunidad.
Honor porque pocos los hay mayores que servir
para ayudar.
Responsabilidad de hacer lo que el pueblo pide y
necesita con el mayor esmero, rapidez, honestidad y fidelidad.
Regir los destinos de los pueblos debe ser, a mi
leal entender y saber, por haber sido elegido por elección de la mayoría, sin
sumas de otras ofertas minoritarias por muy legítimas que sean.
Las mayorías son simples. En mi opinión, sumar
minorías para tener mayoría es ir en contra del orden de la mayoría.
¿Cómo pueden unas minorías regir los destinos de
la mayoría? A mi leal saber, entender y creer, nunca las minorías, ni sus
sumas, deben gobernar a la mayoría. Pero a veces no es claro cómo es esa
mayoría.
Que se exija que haya una mayoría del total, me
parece bien. Lo que no entiendo es que minorías que no representan a la mayoría
gobiernen y rijan los destinos de ese pueblo.
Regir el destino de nuestro pueblo es ser
elegido por mayoría y dedicar cuerpo, alma, voluntad y honestidad, y con plena
y total dedicación, las veinticuatro horas del días en servir a la comunidad.
Regir el destino de nuestro pueblo es vivir en
completa y total unión y armonía con nuestro pueblo, para saber en todo momento
lo que ese pueblo quiere y necesita, y no estar gobernando con criterios
propios, por muy buena voluntad que se tenga y muy bueno o inteligente que se
pueda ser.
Regir los destinos de nuestro pueblo es ser su
servidor, con total y absoluta lealtad, fidelidad y honestidad, no solo a la
mayoría que ha elegido, sino a la totalidad de la ciudadanía.
Regir los destinos de nuestro pueblo es alcanzar
el gran reto y responsabilidad de administrar los casi sagrados bienes de la
comunidad -siempre en plena armonía con ese pueblo que se gobierna- y no con
criterios personales o caprichos o decisiones tomadas sin contar con quienes se
administra.
Regir honestamente los destinos de nuestro
pueblo -y en comunión con ese pueblo- es vivir la meta y la responsabilidad a
la que se debe llegar por elección y por mayoría.
Regir los destinos de nuestro pueblo es la cota
mayor a la que se puede llegar por honestidad, lealtad y fidelidad.
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