“¡EL
TRABAJO!”
“¡El trabajo honesto
dignifica al ser humano, quien debe de ser compensado según el trabajo
realizado!”
“¡Trabajar es una forma de
ganar el sustento, realizarse como persona y servir a la comunidad!”
“¡Servir a la comunidad no
solo es un gusto y responsabilidad, es una ineludible obligación personal y
social!”
El derecho al trabajo lo
tenemos todos, salvo las excepciones de imposibilidad material o enfermedad que
haya y que deben resolverse por otras vías.
Amar al trabajo es una virtud
de los honestos y leales a sí mismos, a la empresa y a la comunidad. Es amar a
los demás.
Mi trabajo no solo llena mi
tiempo, mis ilusiones, vivencias, convicciones, creencias y valores, sino que
me sirve para progresar como persona y sirve para ayudar a los demás mientras
que nos pone en el camino de la santidad.
“¡Si a mi trabajo solo le
saco partido material, soy un egoísta que solo recibiré la paga temporal!”
“¡El trabajo debe llenar la
vida de contenido y valor, y recibir la compensación debida a la labor!”
La paga es, y debe ser, la
compensación al trabajo bien realizado, y si, además, ha sido hecho con la
mayor honestidad, debe tener el plus merecido a ese añadido valor.
Los poderes perversos son los
que se aprovechan del trabajo de los demás, esclavizan para enriquecerse a su
costa y aumentar su riqueza y poder.
Uno de los gravísimos
problemas de toda sociedad es el número y el poder e influencia de los poderes
perversos, y si no hay quien los contrarreste arrollan a los demás.
Los poderes perversos pueden
llegar a anular a una sociedad, contagiarla y llevarla a la destrucción. ¡Que
se lo digan a algunos países!
Hay países inmensamente ricos
en materias y recursos, y viven en la miseria porque hay un pueblo corrompido,
del que salen sus autoridades corrompidas, anulando esas riquezas y aumentando
la pobreza, y fortaleciendo a los poderes perversos.
No hay trabajo individual que
pueda competir con los poderes perversos cuando son acompañados por el pueblo
corrupto y deshonesto.
El círculo vicioso de
autoridad corrupta de un pueblo corrupto, es la espiral de la muerte de cualquier
pueblo, aunque sea mucha la riqueza natural.
El trabajo corrupto y el
trabajador corrupto generan y dan lo que tienen.
El empresario corrupto genera
y da lo que es y tiene.
El trabajador corrupto
corrompe su trabajo y el de sus compañeros, hace daño a la empresa y debe ser
castigado como lo debe ser el deshonesto empresario.
Solo conozco un medio de
quitar la corrupción: la honesta participación social como valor y creencia, y
ser parte del honor de la comunidad mediante
esa honesta participación.
El trabajador dignifica o
condena su trabajo de acuerdo a su honestidad, sinceridad y lealtad.
“¡El trabajo es un derecho y
una obligación dependiendo de los valores que se tengan y de los que tenga la
empresa!”
El trabajo es una necesidad y
un derecho de todos, que lo tiene que solucionar una sociedad honesta,
participativa y leal.
“¡Sin
honestidad, lealtad y amor no hay posibilidad de vivir humanamente, tener
trabajo digno y ser feliz en libertad!”
El trabajo es una necesidad
existencial, con una remuneración justa que permita vivir dignamente al
trabajador, y que sea capaz de crearle riqueza a él mismo y a la empresa. Si todo
se hace honestamente esta riqueza debe ser por igual.
“¡El trabajo es una necesidad
a cuya solución tiene que cooperar la sociedad!”
El trabajo dignifica, es el
medio para ganar el sustento, y es un derecho inalienable al que tiene que
cooperar la sociedad.
“¡El trabajo digno es una
necesidad personal y social!” Quien no coopere es un enemigo social.
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