¿HAGO TODO LO QUE PUEDO Y DEBO?
¿Hago todo lo que puedo y debo? Me
he vuelto a hacer esta pregunta, y la respuesta es negativa. NO.
¿Qué debo hacer? Ser consecuente con
mi conciencia y valores.
Dios mío: Ayúdame a ser consecuente
con mi conciencia.
No basta con la buena voluntad,
tengo que convertirlo en realidad. No basta con querer, hay que hacer.
Ya soy una persona mayor. Padre Dios
me ha permitido vivir tantos años, y tengo que luchar por ser consecuente con mis
creencias, convicciones, valores, y conciencia.
¡Qué fácil es hablar, decir, contar!
Es difícil ser real, consecuente con mi conciencia, y vivir de acuerdo con mis
valores. Pero no imposible. Es posible.
Pero no solo tengo que intentarlo,
sino hacerlo.
Teóricamente me queda poco tiempo de
vida terrenal. Tengo que aprovecharlo para poder morirme con fidelidad al fin
de mi vida, el que Dios quiso cuando me creó, en santidad.
Santidad que no conseguiré por mí
mismo. Necesito la ayuda de Padre Dios y de ustedes. Santidad a la que debemos
encaminarnos todos. Santidad que no existe si no va acompañada de una vida
llena de obras buenas, esas que se hacen como fruto de la entrega personal para
el bien de todos.
No vivimos solos. Vivimos
acompañados por personas, mujeres y hombres, que deben ser, realmente, mis
amigos-hermanos de verdad.
¿Cómo conseguir esa santidad de
vivir la real y verdadera hermandad?
Yo solo no puedo. Le necesito. Por
favor: ayúdeme.
Si me ayuda también usted se está ayudando,
y yo estaré en el camino correcto.
Todos nos necesitamos, los unos a
los otros.
No hemos nacido solos, no vivimos
solos, no vamos al cielo solos.
Nacimos con la maravillosa compañía
de nuestra madre, de nuestro padre, y de los demás miembros de la familia.
Nacemos acompañados.
"¡Vivimos acompañados!"
¿Mis acompañantes son, de verdad,
mis amigos-hermanos?
¿Soy yo amigo-hermano de mis
amigos-hermanos? ¿Los considero como tales?
O soy un cuentista.
Padre Dios ilumíname, y que vea con
toda realidad la realidad de mi vida. ¿Lo pido con toda la humildad de que soy
capaz? O trato de engañarme, para tranquilizar mi conciencia.
Lo que me queda de vida es la gran
oportunidad que me están dando para aclarar la verdadera realidad de mi vida.
Necesito su ayuda. Sin su ayuda el
camino me será muy difícil de recorrer.
Todos nos necesitamos los unos a los
otros.
Nunca debemos dejar de ayudar, oír y
acompañar a quienes llegan a nuestra vera. Lo veo con una claridad meridiana.
Lo quiero vivir con intensidad.
Esto es algo importante que quisiera
transmitir.
No vivimos solos, siempre vivimos
acompañados, y ellas y ellos son nuestros amigos-hermanos.
Caminamos juntos, no dejemos de
oírnos y ayudarnos.
La paga será grandiosa, y el
resultado será vivificador, reconfortante. Caminemos por el camino de la
santidad.
¿Hago todo lo que puedo y debo?
Eso espero, eso deseo y eso
necesito.
Para ello necesito su ayuda.
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