lunes, 3 de agosto de 2020

¿HAGO TODO LO QUE PUEDO Y DEBO?




 ¿HAGO TODO LO QUE PUEDO Y DEBO?

¿Hago todo lo que puedo y debo? Me he vuelto a hacer esta pregunta, y la respuesta es negativa. NO.
¿Qué debo hacer? Ser consecuente con mi conciencia y valores.
Dios mío: Ayúdame a ser consecuente con mi conciencia.
No basta con la buena voluntad, tengo que convertirlo en realidad. No basta con querer, hay que hacer.
Ya soy una persona mayor. Padre Dios me ha permitido vivir tantos años, y tengo que luchar por ser consecuente con mis creencias, convicciones, valores, y conciencia.
¡Qué fácil es hablar, decir, contar! Es difícil ser real, consecuente con mi conciencia, y vivir de acuerdo con mis valores. Pero no imposible. Es posible.
Pero no solo tengo que intentarlo, sino hacerlo.
Teóricamente me queda poco tiempo de vida terrenal. Tengo que aprovecharlo para poder morirme con fidelidad al fin de mi vida, el que Dios quiso cuando me creó, en santidad.
Santidad que no conseguiré por mí mismo. Necesito la ayuda de Padre Dios y de ustedes. Santidad a la que debemos encaminarnos todos. Santidad que no existe si no va acompañada de una vida llena de obras buenas, esas que se hacen como fruto de la entrega personal para el bien de todos.
No vivimos solos. Vivimos acompañados por personas, mujeres y hombres, que deben ser, realmente, mis amigos-hermanos de verdad.
¿Cómo conseguir esa santidad de vivir la real y verdadera hermandad?
Yo solo no puedo. Le necesito. Por favor: ayúdeme.
Si me ayuda también usted se está ayudando, y yo estaré en el camino correcto.
Todos nos necesitamos, los unos a los otros.
No hemos nacido solos, no vivimos solos, no vamos al cielo solos.
Nacimos con la maravillosa compañía de nuestra madre, de nuestro padre, y de los demás miembros de la familia. Nacemos acompañados.
"¡Vivimos acompañados!"
¿Mis acompañantes son, de verdad, mis amigos-hermanos?
¿Soy yo amigo-hermano de mis amigos-hermanos? ¿Los considero como tales?
O soy un cuentista.
Padre Dios ilumíname, y que vea con toda realidad la realidad de mi vida. ¿Lo pido con toda la humildad de que soy capaz? O trato de engañarme, para tranquilizar mi conciencia.
Lo que me queda de vida es la gran oportunidad que me están dando para aclarar la verdadera realidad de mi vida.
Necesito su ayuda. Sin su ayuda el camino me será muy difícil de recorrer.
Todos nos necesitamos los unos a los otros.
Nunca debemos dejar de ayudar, oír y acompañar a quienes llegan a nuestra vera. Lo veo con una claridad meridiana. Lo quiero vivir con intensidad.
Esto es algo importante que quisiera transmitir.
No vivimos solos, siempre vivimos acompañados, y ellas y ellos son nuestros amigos-hermanos.
Caminamos juntos, no dejemos de oírnos y ayudarnos.
La paga será grandiosa, y el resultado será vivificador, reconfortante. Caminemos por el camino de la santidad.
¿Hago todo lo que puedo y debo?
Eso espero, eso deseo y eso necesito.
Para ello necesito su ayuda.


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