sábado, 21 de julio de 2012

“VERME OBLIGADO A PREGUNTARME!”

Acostumbro a publicar los martes, lo haré, pero he creído conveniente hacer esta reflexión como consecuencia de lo que describo. Confío nos ayude, al menos lo deseo de todo corazón.

                  “VERME OBLIGADO A PREGUNTARME!”             

          ¿Por qué nos ofendemos?
Es la segunda vez que tengo una comunicación desagradable en las Redes Sociales, lo que me obliga a hacer las siguientes consideraciones:
¡Con qué facilidad nos ofendemos! ¡Con qué facilidad ofendemos!
Cometer hechos censurables, a los demás  no les da derecho a insultar.
Me responsabilizo de mis hechos y comunicaciones respondo de los que yo he manifestado, porque los considero míos, y pongo mi firma.
No quiero ni debo juzgar, al igual que pienso deberían hacer todos los demás.
Sí, creo que hay que respetar y querer. No quiero actuar de otra manera. Me tengo que arrepentir de cosas, claro que sí. Por eso pido perdón cuando me equivoco. No pretendo creerme lo que no soy o más de lo que soy.
Todos somos respetables, por eso somos dignos de ser respetados y debemos respetar.
Entonces ¿Por qué ofendemos? Ofender  ¿produce algún placer o satisfacción? Después de ofender ¿No queda como un mal sabor de boca,  que produce una desazón que no es fácil de desechar? ¿Por qué lo hacemos? Por eso para el matrimonio sirve el dicho:”Nunca te acuestes sin hacer las paces con tu marido o con tu mujer”. Ofendemos, ¿porque nos creemos superiores?
¿Hay razones justas para, deliberadamente, ofender? No lo sé. Quizá se puede hablar con contundencia y claridad, pero sin ofender a la persona a la que nos dirigimos.
La honradez y la educación, recibida y aceptada, son el gran antídoto para no cometer los pecados de ofensas o  injurias.
Normalmente no ofende el que puede, ofende el que quiere. ¡Menuda responsabilidad!
            Porque la persona ofendida  o injuriada, muchas veces no puede defenderse, con lo que su situación puede ser irreversible.
            Decía San Agustín que injuriar era como desplumar una gallina, echar las plumas al viento y luego ir a recogerlas. Alguna no se encuentra y la ofensa queda para siempre. ¡Tremenda responsabilidad!
            Antes que ofender, guardemos silencio. Seamos como tenemos que ser: seres sociales y sociables,  respetándonos y considerándonos mutuamente.
            Quiero apasionadamente al ser humano, y quisiera que fuese siempre bueno. Es fácil, proponérselo si vivimos eso de “amar al prójimo como a nosotros mismos”.
            Apreciemos al hombre porque es hombre, y esa concepción nuestra del ser humano la hago objeto de estima y consideración.
            Los católicos lo tenemos fácil, pero muy fácil: todo humano es imagen y semejanza de Dios, tiene un espíritu inmortal, y Jesucristo murió por nosotros. Así de fácil, aceptar esa obligación.
            No creyentes y creyentes, “no juzguéis y no seréis juzgados”. “No insultéis y no tendréis que arrepentiros”.
            Honremos al ser humano, hagámoslo desde la honestidad y la solución será la plena felicidad, y no la maledicencia del insulto o la injuria.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Necesito y agredezco todos los comentarios que me puedan hacer, complementarán y enriquecerán este blog. La solución es la participación. Gracias.

Por favor, si desea contactar conmigo de forma privada:

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *