“LA MANSEDUMBRE”
La mansedumbre significa fortaleza. No
es propia de blandos ni de amorfos. Se apoya en tener fortaleza de espíritu. Es
el dominio de sí mismo, que es el arma de los fuertes.
La virtud de la mansedumbre es la que
da fortaleza a los mansos. Es como un escudo que nos protege de los embates de
los iracundos.
Y en sus diversas manifestaciones modera
y rectifica la ira a la que la deja actuar cuando es necesario y además en la
medida necesaria. Ejemplos: hablar demasiado pronto, de decir palabras que luego nos arrepentimos…
La ira es justa y santa si guardamos los derechos de los
demás, y en especial el respeto a Padre Dios.
Los creyentes tenemos aquella frade de
Jesucristo: “Aprended de mi, que soy
manso y humilde de corazón”.
Esta virtud nos enseña a ser justos al
valorar, a no precipitarse al corregir a alguien, a no perder la paz, a extremar
la caridad, a saber callar y a saber sonreír en su momento, a tratar bien a los
demás. También a defender la verdad y los intereses de los demás como los de
Padre Dios.
La mansedumbre está muy relacionada
con la humildad. No significa actuar cobardemente, sino con una santa osadía, en especial ante la
injusticia
Lo contrario a manso no es libre, sino
salvaje. Y lo contrario a mansedumbre no es libertad sino salvajismo.
La mansedumbre sabe esperar el momento
adecuado ante decisiones.
Los soberbios son un ejemplo de falta
de mansedumbre.
Otros ejemplos de falta de mansedumbre
son: los exabruptos, la falta de afabilidad, la rigidez. Encima son causa de
sentirse uno solo, es la clásica soledad que tienen los egoístas, del que
siempre está descontento, del resentido, y con ello se consigue aislamiento,
frialdad, resentimiento, desconfianza…
Los mansos poseerán la
tierra. Nuestra
sonrisa habitual, el buen humor, la
afabilidad, tener y dar caridad y de todas las formas.
Seamos mansos y humildes. Examinemos
nuestro comportamiento para hacer la vida agradable a los demás. No pretender
tener siempre la razón, y que comprendan que tratamos de ser mansos y justos.
Ahora es tiempo de pasar por alto los
roces, y de reforzar la mansedumbre que nazca del corazón.
La compresión, la razón sosegada y todo lo que hemos
descrito, nos dará la virtud de la mansedumbre. Así seremos el padre, el
marido, el hijo, el amigo, el vecino, es decir, seremos el honesto ciudadano
que reparte gratuitamente la paz, la felicidad y aumenta la libertad.
Será
el paradigma que tanto necesita la sociedad actual, y trataremos de seguirle
imitándole y dándole las gracias por el bien que reparte.
No lo
dude, por favor. ¡No sabe cuánto la, lo necesitamos!
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