martes, 10 de diciembre de 2013

“LO SUPERFLUO”


“LO SUPERFLUO
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Lo superfluo es todo aquello que no es necesario, que está de sobra.
Abandonar lo superfluo es renunciar a la excesiva comodidad, al desprendimiento de las cosas, y en lo divino tener una disponibilidad completa a lo que nos pide Padre Dios. Es no estar atado a las cosas, ni a los sentidos. Utilizar los bienes como medios y no como un fin. Evitar el deseo de tener por tener, de aparentar más, de presumir por creernos que somos más…

Hemos de buscar que los medios materiales sean bienes, usados con fines superiores, como puede ser: atender a la familia, tener y educar a los hijos, adquirir más cultura, ayudar al necesitado… Por supuesto, también para la justa y necesaria distracción y el adorno, como el de nuestras casas. Y no dejar que las cosas se conviertan en necesidad sin serlo. Esta tentación la sufre tanto el rico como el pobre.

La pobreza evangélica, la hecha a base de desprendimientos, de sobriedad, de compartir con los demás, de confianza en Padre Dios, son hechos que contrarrestan si ha habido algo superfluo. San Pablo nos recuerda su lucha y aprendizaje con las siguientes palabras: “he aprendido a vivir en pobreza; he aprendido en abundancia; estoy acostumbrado a todo y en todo; a la hartura y a la escasez; a la riqueza y a la pobreza. Todo lo puedo en Aquel que me conforta”.

Tener y utilizar los bienes, pero libre de ataduras. Incluso no estar inquieto por lo necesario. No dejarse llevar por el aburguesamiento. Pobres, por el amor a Padre Dios, en la abundancia como en la escasez. Hechos concretos como cuidar la ropa, los objetos de trabajo, etc. Cuidar para que duren, requieren mortificación. Y esta actitud ahuyenta lo superfluo. Nos ayudará a no ser superfluos preguntarnos ¿Esto realmente lo necesito?

San Agustín decía: “Lo superfluo de los ricos, es lo necesario de los pobres". Y añadía: "Se poseen cosas ajenas cuando se poseen cosas superfluas”. Nos ayudará no considerar las cosas como propias. Al no crearnos necesidades, nos estamos privando de lo superfluo.

En resumen: no tener ni desear cosas superfluas o innecesarias es aprender a no crearnos necesidades ficticias, que con facilidad podemos prescindir de ellas. Todo lo superfluo es gravoso e innecesario, y encima termina molestando.



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