“SIEMPRE RESPETAR”.
No hay manera de
vivir en familia y en comunidad sin respeto.
El respeto no se
improvisa, se hereda, se aprende y se practica porque se acepta.
Sin respeto no
hay orden ni concierto.
Quien no respeta
no es digno de merecer aprecio, porque falta a un precepto necesario.
No respetar es
instalarse en el mal de forma continuada.
No respetar es
agravar e incentivar el mal comportamiento, que conduce a la crispación del
ambiente.
Quién no respeta
¿le gustaría que no le respeten? Si no lo quiere, ¿por qué no respeta?
El respeto es
uno de los comportamientos de toda persona educada, que no sabe comportarse de
otra manera.
Anatema a quien
no respeta, porque genera el mal sin necesidad, cuando es más fácil respetar
para que me respeten y haya una feliz convivencia entre personas educadas y
respetuosas.
El amor a la
libertad y la necesidad de la felicidad se basan en el respeto como norma
general.
No hay felicidad
ni libertad sin respeto, porque quien falta al respeto destruye lo que nos une
para tener felicidad y libertad.
Benditos sean
los honesto y educados que respetan, de ellos es el bien que se reparte. Son la
garantía de que la felicidad y la libertad se hereden, porque la
educación se vive como un instinto de supervivencia, como
una necesidad: para que haya felicidad y libertad.
Siempre respetar
para poder amar siempre.
Sin respeto no
hay aprecio y menos amor. Para amar se necesita respeto.
Quien no respeta
sea condenado por enemigo y por malvado.
El amor es el
respeto continuado, por ser educado.
Siempre respetar
para tener felicidad y libertad.