“LA AUTORIDAD NO SE IMPROVISA”.
Nada que tenga importancia se puede improvisar. Así ocurre con la
autoridad.
Puede que alguien con autoridad, incluso después de haber sido elegido
democráticamente, actúe sin tener los valores necesarios, y se considere capaz
de decidir por los demás.
Craso error.
La humildad es el cimiento de la autoridad.
Un político con autoridad puede decidir y tomar acuerdos “motu
proprio", esto es, sin contar ni respetar la opinión de los administrados.
Es un craso error, que puede llegar a dañar, aunque que sea sin mala voluntad,
lo que no elimina el daño causado.
Un político con autoridad, o sin ella, tiene que ser,
fundamentalmente, humilde, honesto y educado. Y de manera sobresaliente.
Para tener autoridad no se necesita saber de todos los temas. Para
esos están los buenos funcionarios que funcionan.
La autoridad no se improvisa.
La autoridad es un bien, un honor y una enorme responsabilidad.
Los buenos deseos de la autoridad no permiten decidir sin saber y,
aún menos, sin contar con los demás.
En todo caso habría que reconocer que un pueblo pasota, que no es
honesto ni participativo, no proporciona a la autoridad la información que
necesita.
Aquí es donde cobra más sentido la humildad: la legítima autoridad
tiene que tener una gran humildad y buscar los cauces para oír la opinión de
los afectados.
Parte de los grandes y gravísimos problemas que crea la autoridad
procede de una actitud paternalista. Por muy buena voluntad que se tenga, el
paternalista es un enemigo social.
La autoridad ejercida con paternalismo crea enormes problemas,
pues se cree estar en posesión y conocimiento de la única verdad
La autoridad es una gran responsabilidad.
La autoridad no es un don y es una obligación.
La autoridad no se improvisa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Necesito y agredezco todos los comentarios que me puedan hacer, complementarán y enriquecerán este blog. La solución es la participación. Gracias.