“¡A
MIS AMIGAS Y AMIGOS-HERMANOS DEL MUNDO ENTERO!”
A mis amigas y a mis amigos, hermanas y hermanos del
mundo entero, felicidad, solidaridad, hermandad y libertad.
No se vivir sin el amor de los demás.
El amor nos debe unir más allá de la lejanía, de la
diferencias de lenguas y de colores de la piel.
Todos somos hermanos, pero, en las circunstancias
actuales, nuestra unión fraternal debería quedar reforzada por un título
superior: amigos - hermanos.
“¡Demos un gran ejemplo a la humanidad demostrando que
el amor nos une, y nos unirá hasta la eternidad!”
Hoy, el mundo y sus habitantes recibimos unas
lecciones que espero no olvidemos.
¿Demostramos, cada segundo de nuestra vida, la
solidaridad y el amor a los demás? O, por el contrario, ¿nos encerramos en
nuestra tristeza por la pandemia del coronavirus?
De nosotros dependerá que olvidemos la tragedia, o
conservemos y desarrollemos la hermandad que, afortunadamente, la grave
circunstancia que vivimos ha originado.
“¡Nos unen un alma y un corazón que son iguales en
todos!”
No existen diferencias en el ser humano. Las que hay,
no son naturales, porque son la consecuencia de la falta de valores morales,
éticos o religiosos.
Demostremos al mundo lo que somos capaces de hacer y
vivir compartiendo y viviendo la felicidad y la libertad.
“¡Tenemos una responsabilidad grande porque se nos ha
dado mucho bien: la libertad!”
Es el momento de luchar, todos juntos, por la libertad
y por la felicidad.
“¡Estas metas deben de ser las mismas en todas las
partes del mundo!”
“¡Las diferencias las han creado los malvados!”
“¡Nosotros demostraremos que el mal no ha vencido al
bien!”
Que el bien debe reinar en todos nosotros, porque nos
amamos y nos respetamos con la mayor honestidad y solidaridad, que nunca antes
hemos vivido.
“¡Esta es la gran oportunidad!”
Las generaciones posteriores nos reprocharán haberla
desaprovechado. Y no les faltará razón.
“¡Ayudarnos es la forma y manera de compartir la
felicidad y la libertad!”
“¡Que nadie sufra si estamos nosotros!”
Tenemos que ser la sal que conserve los bienes de la
tierra, que repartiremos con prodigalidad.
Mis queridas y mis queridos amigos-hermanos: tenemos
la gran oportunidad de demostrar al mundo lo que somos capaces de hacer por la
felicidad y por la libertad.
“¡Nuestra unión y fraternidad deben ser eternas!”
Que ese Ser misericordioso, al que tantos amamos y adoramos,
nos ilumine el camino que debemos recorrer.
Y los no creyentes, que hagan pequeños sacrificios,
para juntos cambiar al mundo en la solidaridad, la hermandad, la felicidad y la
libertad.
Benditas y benditos sean. Benditos seamos.
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Luis Cristóbal García-Correa y Gómez
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