“¡LOS CENTROS DE MAYORES!” LA INJUSTICIA PERSONAL, SOCIAL, NACIONAL Y MUNDIAL. EL
BUMERÁN DEL FUTURO INMEDIATO.
Los centros de mayores son una injusticia: una injusticia personal, social
nacional y mundial.
Pasar toda una vida trabajando por los demás y, cuando llega la vejez, ser
abandonado.
¿Es eso lo que deseamos los mayores? ¿Es eso lo que nos merecemos? Dejarnos
solos en centros impersonales que, por muy buena voluntad que tengan, jamás
podrán asemejarse al amor, respeto, compresión y ayuda que necesitamos los que
hemos llegado a la vejez.
Cuando más se necesita el amor y la compañía de la familia, lo aíslan a uno
en un centro para personas mayores.
Se los quitan de encima. “¡Qué horror!” El bumerán les llegará. Ellas y
ellos también serán viejos algún día.
A los mayores nos convierten en un peso y molestia que perturba el
aislamiento del momento: molestamos a los que engendramos y criamos.
¿Qué será de las generaciones futuras?
¿Qué harán los esclavos y esponjas del móvil con sus familiares mayores? No
quiero ni pensarlo.
Sin darse cuenta que lo mismo harán con ellos.
Tristeza, amargura, desolación invadirán la humanidad.
La gerontocracia, la sabiduría de los mayores, la experiencia –la madre de
la ciencia- se ha convertido en aislamiento, en un peso, en una molestia cuando
más necesitamos el amor y la compañía de la familia.
Esto, como todo mal, sigue siendo un bumerán: regresa al lugar del que
partió.
Y, por supuesto, yo no les deseo a mis hijos y mis nietos que se sientan
abandonados por sus hijos, como hacen otros.
Yo soy un afortunado: mis hijos no solo me acompañan, sino que vivimos
juntos.
Eso es lo que debería ser la norma, pero es la excepción.
El mal se ha apoderado del mundo, de la humanidad. Y eso traerá
consecuencia malignas, que abrazarán y dominará a la sociedad.
Siempre hay tiempo para rectificar.
Rectifiquen ya. Es de sabios rectificar.
Se recoge lo que se siembra. Cuando se siembra el mal, el mal se recogerá.
No le deseo el mal a nadie, va en contra de mis valores, principios y
creencias.
Me educaron en el amor a Padre Dios y a los demás como a mí mismo, y ello
ha llenado mi vida de valor y contenido.
Mirar hacia atrás, me horroriza ver el presente.
La deshumanización, y ella multiplica mi horror, porque los que hoy viven
con sus familias, cuando lleguen a viejos serán abandonados en un centro de
mayores, y vivirán la soledad en grado superlativo, porque eso mismo hicieron.
Siempre hay tiempo para rectificar. NO LO OLVIDE, LO QUE HAGA LE HARÁN.
Morirá en la soledad, como han muertos los que ustedes han abandonado en
los centros de mayores.
NO LO OLVIDE, LO QUE HAGA LE HARÁN.
“¡Cuando más les necesitábamos, nos abandonaron!”
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