lunes, 6 de abril de 2020

“¡LA SOLEDAD!”




“¡LA SOLEDAD!”

 “¡La soledad es el silencio en la obscuridad!”
La soledad, sin un alma llena de esperanza y de creencias, es un momento que puede aprovechar el mal.
“¡La soledad -deseada o por obligación- debería ser la ocasión para meditar!”
“¡Meditar es la ocasión de crecer en virtudes, que amplían el horizonte e iluminan el presente!”
“¡La soledad es una mala compañera y una mala consejera!”
Nunca deberíamos estar solos si no tenemos creencias o valores.
Se está solo, si se quiere, y se puede.
“¡La soledad puede ser el momento para crecer y robustecer los valores morales, éticos o religiosos!”
La soledad sirve para meditar.
Aprovechar la soledad es sacarle rendimiento y valor al tiempo.
El tiempo es lo que tenemos.
La vida es tiempo.
La muerte es el final del tiempo de la vida terrestre.
Los creyentes, y los no creyentes debemos aprovechar el tiempo para crecer en virtudes, en especial religiosas, para ir fortaleciendo el momento de la muerte.
Planteo a los no creyentes una pregunta: ¿y si existe Dios?
Solo tenemos la vida, ya estemos acompañados o solos, para crecer en valores. Sea creyente o no.
¿Cuál es la diferencia del no creyente con el creyente? El creyente tiene la creencia de la vida después de la muerte.
¿Y si existe Dios?
En el segundo posterior a nuestra la muerte ya no tendremos ocasión de rectificar. Solo esperar en la infinita misericordia de Padre Dios. Que le garantizo que lo verá.
Tengo tantas demostraciones de la existencia de Dios que no puedo sino afirmarla con rotundidad

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