“¡LA SOLEDAD!”
“¡La soledad es el silencio en la obscuridad!”
La soledad, sin un alma llena de esperanza y de creencias, es un
momento que puede aprovechar el mal.
“¡La soledad -deseada o por obligación- debería ser la ocasión
para meditar!”
“¡Meditar es la ocasión de crecer en virtudes, que amplían el
horizonte e iluminan el presente!”
“¡La soledad es una mala compañera y una mala consejera!”
Nunca deberíamos estar solos si no tenemos creencias o valores.
Se está solo, si se quiere, y se puede.
“¡La soledad puede ser el momento para crecer y robustecer los
valores morales, éticos o religiosos!”
La soledad sirve para meditar.
Aprovechar la soledad es sacarle rendimiento y valor al tiempo.
El tiempo es lo que tenemos.
La vida es tiempo.
La muerte es el final del tiempo de la vida terrestre.
Los creyentes, y los no creyentes debemos aprovechar el tiempo
para crecer en virtudes, en especial religiosas, para ir fortaleciendo el
momento de la muerte.
Planteo a los no creyentes una pregunta: ¿y si existe Dios?
Solo tenemos la vida, ya estemos acompañados o solos, para crecer en valores. Sea
creyente o no.
¿Cuál es la diferencia del no creyente con el creyente? El
creyente tiene la creencia de la vida después de la muerte.
¿Y si existe Dios?
En el segundo posterior a nuestra la muerte ya no tendremos
ocasión de rectificar. Solo esperar en la infinita misericordia de Padre Dios.
Que le garantizo que lo verá.
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