“¡LO QUE NOS HA TOCADO VIVIR!”
“Lo que nos ha tocado
vivir”: una frase que he oído toda mi vida.
No cabe duda que tiene
un sentido real y verdadero.
En todas las épocas
hay circunstancias, hechos o vivencias que merecen ser recordadas, lo cual nos
da la oportunidad de actualizar la frase: “¡Lo que nos ha tocado vivir!".
“¡Lo que nos ha tocado
vivir es y será lo que nos suceda cada día!”
Las excepciones -que
son varias a lo largo de la vida- le dan pleno sentido.
Pero la frase en sí no
cambia la realidad, si nosotros no la alteramos con nuestro comportamiento,
algo que depende de uno.
Lo malo, y puede que
hasta trágico, es cuando las circunstancias conceden mérito a la frase.
Hoy vivimos una época
que puede llegar a ser catastrófica, aterradora, para la salud, la vida y la
economía.
La pandemia del
coronavirus ha alterado la vida de una forma especial: afecta a toda la
humanidad.
Igual que la
contaminación, la destrucción del hábitat natural.
Nos damos cuenta, y
consideramos la situación, cuando nos puede afectar en un breve período de
tiempo.
Las posibilidades de
contagio son grandes, próximas y reales. Quizá esta situación tenga esa
característica que la hace notoria, puede que hasta diferente.
Yo y los de mi
generación no recordamos nada igual.
La inmediatez de los
acontecimientos y las probabilidades de quedar afectado por el virus son
constantes.
¿Nos servirá de
experiencia para aprender y tener en cuenta la amenaza? Lo dudo.
Hay un refrán que
dice: “no hay mal que por bien no venga”. ¿Nos servirá de algo? Lo dudo.
Mi escepticismo es
fundado.
Se fundamenta en que
la contaminación y destrucción de nuestro necesario y vital hábitat natural
-necesidad que nos afecta a todos- ha mejorado de forma exponencial. Y no lo
hemos hecho adrede. Ha sido una consecuencia.
¿Aprenderemos de ello?
“¡Lo dudo!”
¿Cómo podemos
reaccionar? Eso quisiera saber yo.
He dedicado, y dedico,
una parte importante de mi vida, a tratar de explicar para, por el
conocimiento, actuar de forma que no maltratemos a nuestro necesario y vital
hábitat natural.
Mi experiencia me dice
que todo se olvida con una enorme rapidez, y los egoísmos personales borran
esos hechos con gran facilidad y tapan la realidad.
Mi coche, el coche,
¿es una necesidad? ¿Es mi ilusión, me da prestigio, me siento mejor etc. etc.?
No escarmentamos en
cabeza ajena. Así y todo sigo escribiendo sobre este tema, por conciencia y
amor a los demás.
Esta pandemia no solo
afecta a la salud y a la vida, sino que ataca a la economía. ¿Nos servirá de
experiencia para actuar en consecuencia? Lo dudo.
Yo mismo me asombro de
mi escepticismo.
Espero y deseo, de
todo corazón, y por el bien general que no nos olvidemos de la realidad actual.
Espero estar
equivocado, y cuando haya pasado algún tiempo lo veré, lo comprobaré al contar
el número de coches que sigan en circulación.
“¡Qué un mal haya
mejorado otro mal, debería ser la gran experiencia a nunca olvidar!”
¿Lo que nos está
tocando vivir servirá de algo?
Esa experiencia -de lo
que nos ha tocado vivir- ¿quedará gravada en el consciente y en el subconsciente
para toda la eternidad? ¿Así sucederá? Los que sobrevivan lo podrán confirmar.
“¡El tiempo lo dirá!”
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Necesito y agredezco todos los comentarios que me puedan hacer, complementarán y enriquecerán este blog. La solución es la participación. Gracias.