“¡EL OFRECIMIENTO
A PADRE DIOS!”
"¡La vida es la gran oportunidad de hacer obras
personales, familiares y sociales que contribuyan a la plenitud personal y de
los demás!"
"¡El bien personal, familiar, social, nacional y
mundial dependen del número de personas que ofrecen su vida a Padre Dios!"
Los pensamientos, los deseos, la alegría, las penas, las
ilusiones, las contrariedades, los inconvenientes, las incomprensiones, las
amarguras, los regalos, las glorias y reconocimientos, incluso los olvidos de
cada segundo de la vida deberíamos ofrecérselos a Padre Dios.
Con esos ofrecimientos creceremos en santidad, en ayudar a
los demás, y fortaleceremos las creencias, los valores y las vivencias, si se
las dedicamos y ofrecemos a Padre Dios.
Cada segundo, cada minuto de la vida, es la gran ocasión
para rezar con palabras o con pequeños sacrificios, que le dan un valor
incalculable a la vida y viviremos el segundo, el minuto con santidad.
"¡La santidad la tenemos que buscar sin cesar!"
"¡Con santidad la vida se vuelve ya un comienzo de la
gloria en la tierra, una gloria terrenal!"
Respire y ofrézcale a Padre Dios cada segundo de su vida. Y
el siguiente y el otro y el otro.
"¡Tome como norma tener la mente y el corazón a la
plena disposición de Padre Dios!"
"¡Las bendiciones que recibirá le aumentarán la
santidad y la felicidad, y ya no sabrá vivir sin ofrecerle su vida a Padre
Dios!"
Con los ofrecimientos de cada segundo de la vida se comienza
a tener un valor y unas vivencias de paz, alegría, hermandad y solidaridad que
rebosan de felicidad en el alma y en el corazón, y nos llevan a amar más y con
pasión. Y ese amor y pasión nos lleva a servir a los que nos rodean, a actuar
en favor de los demás.
Y la vida se convierte en un paraíso terrenal.
"¡El ofrecimiento a Padre Dios debe ser la razón de
cada segundo de nuestra vida!"
El ofrecimiento a Padre Dios es la gran ayuda a los demás, y
cada vez su santidad se incrementará hasta llegar a la plena felicidad.
"¡El ofrecimiento a Padre Dios llenará su vida y la de
los demás!"
"¡Ofrezca cada segundo de su vida a Padre Dios, y
vivirá en la gloria terrenal!"
"¡El ofrecimiento a Padre Dios es vivir en santidad y
con plena felicidad!"
"¡Ofrezca cada segundo de su vida a Padre Dios, y todo
le brillará!"
Usted me lo confirmará. Y si estoy equivocado usted me
corregirá.
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