miércoles, 20 de mayo de 2020

“¡OTRA VEZ CON LOS PODERES PERVERSOS!” “¡Y LA FALTA DE ORACIÓN!”





“¡OTRA VEZ CON LOS PODERES PERVERSOS!” “¡Y LA FALTA DE ORACIÓN!” 


En el atardecer de mi vida renacen impulsos y recuerdos que no quiero contener y, menos, olvidar.
¿Cómo es posible que haya vivido, en tan solo 89 años, tantas circunstancias, tan diferentes, en las que los poderes perversos han ido ganando terreno? La razón no la sé. Supongo que es por falta de valores morales, éticos o religiosos entre los que aún estamos vivos.
Quisiera ser lo más imparcial posible para corresponder a la honestidad, la lealtad y a la realidad.
Los poderes perversos son, y lo repito, los que ponen su meta y su fin en ganar dinero y poder a toda costa. Todo vale si consigo el fin que me propongo y ambiciono, parecen pensar.
Ahora vivimos la trágica pandemia del coronavirus, y se nos echa encima una crisis económica, que sus consecuencias creo que son realmente desconocidas.
Esta es una nueva ocasión para fortalecer y desarrollar la oración, la hermandad, y la unión de todos los pueblos y religiones, sin excepción, de los que aún habitamos en este maltratado Planeta Azul de la Tierra.
Ahora, con el confinamiento, se ha creado otra de las maravillosas ventajas por la casi desaparición de la contaminación y destrucción de nuestro necesario hábitat natural. He vuelto a ver las estrellas, y oír el maravilloso sonido del silencio.
Insisto: ¿Qué ventajas ha traído el coronavirus? En medio del dolor de tantos enfermos y muertos y tanta pobreza, al menos podemos ver que ahora apenas hay contaminación.
Y el silencio. Lo he vuelto a sentir, a oír, y a escuchar. Y he vuelto a ver las estrellas.
Las espantosas guerras, que he vivido, fueron también una ocasión para fortalecer y desarrollar esos valores de hermandad y unión entre los pueblos. Pero los esfuerzos que se hicieron terminadas las contiendas no duraron mucho.
¿Nos volverá a pasar lo mismo?
La experiencia no sirvió de nada, o de muy poca cosa, para que la mayoría de la humanidad rezara más, y fortaleciera la hermandad entre los pueblos, actuando en ayuda a los demás. Se impuso la ideología.
Y así, desgraciadamente, quizá aumentó la separación entre los pueblos.
Ahora vuelve a repetirse la historia. Desgraciadamente, con el agravante de que somos muchos más, la humanidad entera, y todos los muertos, que muchos han muerto solos. ¡Qué responsabilidad!" "¡Qué tristeza!"
¿Qué hacen las Religiones? ¿No creemos, amamos y adoramos a Dios? ¿Cada una, por separado, rezando, pidiendo clemencia y amparo a ese Dios, que todos amamos y adoramos?
Lo triste es que lo hacen por separado. No juntas y unidas en la oración. Que es la solución. Hay tímidos pasos dados recientemente por los judíos, los cristianos y los musulmanes.
¿Cómo recibiría Padre Dios la oración de muchos miles de millones de fieles rezando por la misma solución, pidiendo su misericordia, ofreciendo una rectificación en las formas de la vida social y de los pueblos?
Estoy seguro, sin lugar a dudas. Esa oración nos daría la solución.
Padre Dios ¿Qué puedo y qué debo hacer? No lo sé.
Padre Dios, que tienes la solución, ayúdame a encontrar la solución a la falta de unión y hermandad entre los que creemos en Ti.
Quizás soy un grito en el desierto de la soledad actual. Pero no pierdo la esperanza de ver, oír y rezar todos juntos, a una, por la misma solución. Tengo esperanza porque el Papa y los líderes de las principales confesiones religiosas también la tienen. Y ya estén impulsando esa fraternidad de los hijos de Dios.
Sigo creyendo, quizá más que nunca, en la infinita misericordia y amor infinito de Padre Dios por todas y todos los que le amamos y le adoramos, y que vivimos en este Planeta Azul de la Tierra, aún tan maltratado, y ahora contaminado.
Dios nos dio la libertad.
Dios no va, ni irá contra esa libertad que nos dio.
Como tampoco se le puede exigir a Dios.
Somos nosotros quienes, con nuestra libertad, debemos pedirle su ayuda en estos momentos trágicos y trascendentales de la humanidad.
¿Por qué no nos unimos y rezamos, todos juntos, al unísono, pidiéndole nos resuelva el trágico momento que vivimos? No lo sé.
Solo sé que vivimos la pandemia del coronavirus, y del lastre que dejará en consecuencias económicas, pudiendo afectar a vidas, enfermedades, y pudiendo destrozar la economía.
¿Qué estamos haciendo? ¿Estamos poniendo soluciones humanas sin contar contigo, Señor? Y la solución se retrasará con aumento de muertes, y mayores problemas económicos para los que sigan vivos.
¿Qué puedo hacer Padre Dios? No lo sé.
De muy poco valen mis oraciones sin el concurso de los demás.
¿Qué puedo hacer Padre Dios? No lo sé.


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