“¡OTRA VEZ CON LOS PODERES PERVERSOS!” “¡Y LA FALTA DE ORACIÓN!”
En el atardecer de mi vida renacen
impulsos y recuerdos que no quiero contener y, menos, olvidar.
¿Cómo es
posible que haya vivido, en tan solo 89 años, tantas circunstancias, tan diferentes,
en las que los poderes perversos han ido ganando terreno? La razón no la sé.
Supongo que es por falta de valores morales, éticos o religiosos entre los que
aún estamos vivos.
Quisiera
ser lo más imparcial posible para corresponder a la honestidad, la lealtad y a
la realidad.
Los
poderes perversos son, y lo repito, los que ponen su meta y su fin en ganar
dinero y poder a toda costa. Todo vale si consigo el fin que me propongo y
ambiciono, parecen pensar.
Ahora
vivimos la trágica pandemia del coronavirus, y se nos echa encima una crisis
económica, que sus consecuencias creo que son realmente desconocidas.
Esta es
una nueva ocasión para fortalecer y desarrollar la oración, la hermandad,
y la unión de todos los pueblos y religiones, sin excepción, de los que aún
habitamos en este maltratado Planeta Azul de la Tierra.
Ahora, con
el confinamiento, se ha creado otra de las maravillosas ventajas por la casi
desaparición de la contaminación y destrucción de nuestro necesario hábitat
natural. He vuelto a ver las estrellas, y oír el maravilloso sonido del
silencio.
Insisto:
¿Qué ventajas ha traído el coronavirus? En medio del dolor de tantos enfermos y
muertos y tanta pobreza, al menos podemos ver que ahora apenas hay
contaminación.
Y el
silencio. Lo he vuelto a sentir, a oír, y a escuchar. Y he vuelto a ver las
estrellas.
Las
espantosas guerras, que he vivido, fueron también una ocasión para fortalecer y
desarrollar esos valores de hermandad y unión entre los pueblos. Pero los
esfuerzos que se hicieron terminadas las contiendas no duraron mucho.
¿Nos
volverá a pasar lo mismo?
La
experiencia no sirvió de nada, o de muy poca cosa, para que la mayoría de la
humanidad rezara más, y fortaleciera la hermandad entre los pueblos, actuando
en ayuda a los demás. Se impuso la ideología.
Y así,
desgraciadamente, quizá aumentó la separación entre los pueblos.
Ahora
vuelve a repetirse la historia. Desgraciadamente, con el agravante de que somos
muchos más, la humanidad entera, y todos los muertos, que muchos han muerto solos.
¡Qué responsabilidad!" "¡Qué tristeza!"
¿Qué hacen
las Religiones? ¿No creemos, amamos y adoramos a Dios? ¿Cada una, por separado,
rezando, pidiendo clemencia y amparo a ese Dios, que todos amamos y adoramos?
Lo triste
es que lo hacen por separado. No juntas y unidas en la oración. Que es la
solución. Hay tímidos pasos dados recientemente por los judíos, los cristianos
y los musulmanes.
¿Cómo
recibiría Padre Dios la oración de muchos miles de millones de fieles rezando
por la misma solución, pidiendo su misericordia, ofreciendo una rectificación
en las formas de la vida social y de los pueblos?
Estoy
seguro, sin lugar a dudas. Esa oración nos daría la solución.
Padre Dios
¿Qué puedo y qué debo hacer? No lo sé.
Padre
Dios, que tienes la solución, ayúdame a encontrar la solución a la falta de
unión y hermandad entre los que creemos en Ti.
Quizás soy
un grito en el desierto de la soledad actual. Pero no pierdo la esperanza de
ver, oír y rezar todos juntos, a una, por la misma solución. Tengo esperanza
porque el Papa y los líderes de las principales confesiones religiosas también
la tienen. Y ya estén impulsando esa fraternidad de los hijos de Dios.
Sigo
creyendo, quizá más que nunca, en la infinita misericordia y amor infinito de
Padre Dios por todas y todos los que le amamos y le adoramos, y que vivimos en
este Planeta Azul de la Tierra, aún tan maltratado, y ahora contaminado.
Dios nos
dio la libertad.
Dios no
va, ni irá contra esa libertad que nos dio.
Como
tampoco se le puede exigir a Dios.
Somos
nosotros quienes, con nuestra libertad, debemos pedirle su ayuda en estos
momentos trágicos y trascendentales de la humanidad.
¿Por qué
no nos unimos y rezamos, todos juntos, al unísono, pidiéndole nos resuelva el
trágico momento que vivimos? No lo sé.
Solo sé
que vivimos la pandemia del coronavirus, y del lastre que dejará en
consecuencias económicas, pudiendo afectar a vidas, enfermedades, y pudiendo
destrozar la economía.
¿Qué
estamos haciendo? ¿Estamos poniendo soluciones humanas sin contar contigo,
Señor? Y la solución se retrasará con aumento de muertes, y mayores problemas
económicos para los que sigan vivos.
¿Qué puedo
hacer Padre Dios? No lo sé.
De muy
poco valen mis oraciones sin el concurso de los demás.
¿Qué puedo hacer Padre Dios? No lo
sé.
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