“SEGUIR CON LA
JUSTICIA”
La
justicia es la virtud cardinal que ordena la convivencia recta y limpia. Hace
que las relaciones humanas sean honestas y libres, porque enseña a dar a cada
uno lo que le es debido.
Sin
justicia, la convivencia es inhumana. Se convierte en una lucha desigual, donde
el hombre atropella a sus congéneres.
La
justicia exige que la ley establezca los derechos y deberes en el seno del
cuerpo social, para que los individuos vivamos de acuerdos a ellos: cumplir los
deberes y las obligaciones que tenemos respecto a la comunidad; y exigir
nuestros derechos.
Somos
seres sociables y vivimos en comunidad.
La
justicia es un ideal abstracto que se hace realidad en quienes componemos la
sociedad. La persona justa vive la justicia consigo mismo, en la familia, en la
empresa... incluso en los momentos de ocio.
Nuestros
valores éticos o religiosos nos ayudan a proyectar la justicia en la sociedad y
en nosotros mismos. Los que tienen autoridad tienen una obligación especial de
ser justos.
Para
que haya justicia social, se necesita una mayoría de hombres justos, en todos
los órdenes de la vida, cuyo recto comportamiento incline a los demás a hacer
lo mismo.
Todo
depende de las decisiones personales de la mayoría participativa. Si somos
justos tendremos una sociedad justa. Si no lo somos, la ciudad se convertirá en
selva, donde siempre prima la ley del más fuerte.
Justicia
es dar a cada uno lo suyo, y cada uno hacer el bien.
Ello
nos obliga a compartir y trabajar por una sociedad justa, recta, limpia, feliz
y libre.
Ser
justos en lo grande y en lo pequeño. Santificándonos y santificando nuestras
realidades ordinarias.
Después
de miles de años de convivencia, ¡cuántas injusticias hay todavía que reparar!
San
Josémaria Escrivá de Balaguer dijo: “tanto fanatismo acumulado en ojos que no
quieren ver y en corazones que no quieren amar”.
Dejemos
a nuestro paso una estela de amor, de alegría y de libertad. Sin transigir con
la injusticia.
La
gran fuerza que nos debe mover es el amor a Cristo. Siendo fieles al Señor,
seremos justos y comprometidos con el bien de los demás. Sin pedir nada a
cambio.
Los
cristianos creemos que el prójimo es Cristo. Que Cristo está presente en los
demás, especialmente a los que padecen injusticias. “Tuve hambre y me diste de
comer, tuve sed …”
Esa
es la gran responsabilidad personal y social del momento presente. Todos, sin
excepción, estamos obligados a cooperar en la justicia persona y social
universal.
Trabajadores
y parados, jubilados y todo el que esté en activo ... todos tenemos la
obligación de cooperar a la justicia.
Anatema
a quien pudiendo ser justo no lo es.
Que
Padre Dios nos de la fe y sabiduría para ser justos en todo momento, cooperando
al bien de la comunidad y sin pedir nada a cambio. No dando como caridad lo que
se debe por justicia.
La
honesta participación es consecuencia de la justicia llevada a la práctica. De
la justicia vivida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Necesito y agredezco todos los comentarios que me puedan hacer, complementarán y enriquecerán este blog. La solución es la participación. Gracias.