“LA HIDALGUÍA Y
El HIDALGO”.
La hidalguía es
un valor permanente, de una gran actualidad. ¿Por qué? Porque el hidalgo, por
su hidalguía, ha sido quien ha luchado por el bien de los demás, al menos,
desde el primer minuto de nuestra era.
La hidalguía es descender de Reyes. Tanto por vía paterna como
materna. Un ejemplo claro ejemplo de
ello lo encontramos en los aborígenes de
Gran Canaria, en España. Ellos poseían un sistema de organización basado en el matriarcado: la mujer tenía la autoridad y la
delegaba. En la actualidad proceder de ellas debe tener el mismo valor que la
varonía. Sin necesidad de reclamar y vociferar por el antimachismo
Ser hidalgo es
una herencia de quienes nos han precedido y ocupado un puesto de la mayor
responsabilidad al descender de Reyes, lo que nos hace tener un comportamiento
especial y singular en honestidad, humildad, y fidelidad y todo por amor a los
demás.
Consecuentemente, la hidalguía no es una farolería, ni una
fanfarronería, y menos una alharaca, ni un sello preeminencia social, sino una herencia que obliga a un constante y
continuado comportamiento de honestidad, humildad y caridad, luchando por
sembrar amor y por el servicio a los
demás.
Cervantes
describió al hidalgo y a la hidalguía de una manera sublime, embriagadora y
genial con una literatura magistral, maravillosa y universal, difícil de imitar
y más apta para admirar y considerar.
Y aunque esta
virtud jamás se pierde por ser un patrimonio familiar, si que puede ser
deshonrada por un mal hidalgo. En este
punto quiero afirmar que solo se puede ser
un buen o un mal hidalgo o hidalga, no existiendo término medio
El primero de
los casos, es lo normal. La hidalguía se hereda por sangre, y con ella se
transmite y enseña toda la tradición de la educación familiar.
Benditos sean
los hidalgos buenos y honestos que dedican su vida a ayudar, porque la
hidalguía y el hidalgo no son una moda sino una manera y forma de vivir y de
actuar.
“¡La hidalguía
es fidelidad, lealtad y honesta participación y todo por herencia, obligado
cumplimiento y coronado por el amor!”
En el segundo
caso, ser un mal hidalgo o hidalga es una deshonra, un deshonor, una vergüenza,
un mal ejemplo y una desgracia personal y social.
El hidalgo como
hijo de lo sano, lo bueno debería ser santo. Y por ello tiene la ineludible
obligación de ser honesto, fiel y leal a su herencia y creencia, y todo por
amor.
Ni la hidalguía
ni el hidalgo han pasado de moda, ni pasarán. Al contrario, aumentará, porque
cada vez hay más hijos de hijosdalgo.
He tratado de
explicar qué es la hidalguía y lo qué es un hidalgo, porque nunca pasarán de
moda, ni es algo peyorativo y en desuso, y menos una farolería, una presunción.
“¡La hidalguía
jamás pasará de moda, porque es un modo de ser, de vivir y de actuar de acuerdo
a la herencia recibida y sin necesidad de ser aceptada!”
“¡La hidalguía
obliga por vida!”
Ser hidalgo debe
ser, también, una alegría, un honor y gran responsabilidad, porque obliga a un
comportamiento honesto, leal, fiel y lleno de caridad y de humildad, y en
especial de amor a los demás.
“¡La hidalguía
es una obligación que impele, que impulsa y dirige a la honesta participación!”
La hidalguía y
el hidalgo deben ser un ejemplo por su lealtad, fidelidad y honesta
participación.
“¡La hidalguía y
el hidalgo no se crean, se heredan, lo que obliga eternamente!”
“¡La hidalguía
obliga por vida!”
Leo su escrito gracias a una Hidalga Señora.
ResponderEliminarDoña Alicia Morillas Massieu. Me ha encantado poder leer una pluma distinguida y sería.
Yo sólo soy, un escribe - cosas. Atentamente Pedro Ravelo. Perapu en la red