“¡LA
HONESTIDAD DE UN PUEBLO. UN PUEBLO DESHONESTO!”
La honestidad de un pueblo
se mide y se vive, fácilmente, por el comportamiento de ese pueblo.
La pobreza y la miseria no
surgen por generación espontánea sino como consecuencia del comportamiento de
ese pueblo.
Los índices demostrativos
del comportamiento del pueblo que vivimos, los marcamos los que vivimos en ese
pueblo.
Los índices del
comportamiento de nuestro pueblo, los vivimos con los hechos y los dichos de
nuestros conciudadanos.
“¡El mal como el bien de
uno se suma al de otro, creando la cadena de los actos de nuestro pueblo!”
Creer que lo que hacen los
demás no me infiere una ayuda o un daño es una necedad que nos puede dañar.
“¡Los seres humanos, como seres sociales, vivimos en
comunidad!”
La vida en comunidad la
vivimos todos: buenos, malos o regulares.
La deshonestidad, como es
el robar, es un hecho demostrativo de la falta de honestidad.
Hay quien se encuentra con
una cartera perdida, y en vez de devolverla la tira, con lo que hace un daño
impresionante sin beneficio ni ganancia, y sí con un grandísimo perjuicio al que
la ha perdido y, encima, si la mala suerte es que la haya encontrado un enemigo
de la sociedad, de su familia, o de ella o él mismo...todo puede ocurrir.
Perder algo en un pueblo
deshonesto es una desgracia personal. ¡Con lo fácil que es devolverlo!
Se suele pensar que el mal
de los demás nunca me llegará. Craso error, siempre le llegará. De una forma u
otra, pero le llegará.
“¡El mal de los demás nos
afecta por igual!”
La honestidad y
solidaridad se aprende de niño y se practica e incrementa con la vida.
“¡¡¡La honestidad se mide
por la felicidad de un pueblo!!!”
La deshonestidad tara a
todo un pueblo repartiendo y distribuyendo el mal, que nos llega a todos.
“¡Creer que el mal del
otro no me llegará es vivir en la inopia porque lo vivirá!”
“¡La honestidad de un
pueblo se vive y se mide por la felicidad personal y social y hasta nacional de
todas esas personas!”
Todos vivimos el bien o el
mal de acuerdo al bien y el mal que repartimos y reparten nuestros
conciudadanos.
Pensar que eso a mí no me
toca es ayudar a que se incremente el mal personal y social. Que se extiende
como una pandemia que arrasa a todos.
El mal de mi vecino y del
conciudadano de mi vecindad me llegará y me atacará con la misma virulencia que
si viviéramos juntos.
La honestidad de un pueblo
genera el bien personal, social y hasta nacional, el bien de todos.
La deshonestidad de
un pueblo genera el mal personal, social y hasta nacional, el mal de todos.
Quien piense lo contrario
está abocado a sufrir y gozar la deshonestidad y honestidad que un vecino
nos reparte a todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Necesito y agredezco todos los comentarios que me puedan hacer, complementarán y enriquecerán este blog. La solución es la participación. Gracias.