“¡¡¡MORIR DE INANICIÓN. MORIR DE HAMBRE!!!”
No sé hasta qué punto la riqueza de algunos ciudadanos y pueblos se
produce a costa de la miseria de otros. “¡Terrible maldad que se paga y se
pagará!”
“¡Sería una injusticia atroz que los inocentes paguen lo que debemos
hacer y no hacemos los que podemos y efectivamente no hacemos!”
El mal que ocasionamos, con premeditación y alevosía, revierte a
mayor velocidad que con la que fue hecha. Sufriéndolo los inocentes que no
tienen culpa y lo sufren sin razón y sin necesidad.
“¡Permitir que el mal se enseñoree de todo lo
recibiremos multiplicado!”
“¡Quien piense que el mal que ha sembrado no le llegará de vuelta a
él es vivir en la inopia, y lo recibirá incrementado!”
“¡La vida es muy corta y de mucho valor para perderla en ocasionar
el daño a los demás!” El mal siempre regresa a toda velocidad!”
“¡El daño y el mal en los demás es un reflejo de lo que nos
sucederá a nosotros!”
Se recoge, siempre, lo que se siembra.
Quien siembra mal, mal recogerá.
Quien siembre bien, bien recogerá.
Esto es un axioma, esto es la realidad. Lo que se siembra se
recogerá.
“¡Que mueran niños por inanición! Esa muerte es un pecado de lesa
humanidad”
“¡Que mueran niños por inanición, por no ayudarles, es un mal que
nos caerá!”
Todos estamos relacionados. Nadie vive solo sino acompañado.
“¡La muerte por inanición revertirá en la sociedad que pudiendo hacer
no hizo y se olvidó de los demás!”
“¡Se nos ha dado la vida para que sirva a los demás y nos sirva
para la felicidad y para la libertad!”
“¡La inanición es morir de hambre sin necesidad y sin culpa alguna
del que sufre tal maldad!”
“¡Morir
de hambre nos responsabiliza, queramos o no, a quien pudiendo no hizo nada por
los demás!”
Son ya muchos los años que he vivido y no quisiera morirme sin
hacer habiendo podido hacer más.
¿Cómo convencer de esta espantosa realidad? No lo sé. Si sé que soy
consciente del mal que hago si no trabajo por el bien de los demás.
“¡El bien de los demás es mi felicidad. Si me olvido de los demás
coopero al mal de los demás perdiendo mi felicidad!”
Nacimos para la felicidad y la libertad, y que la gente muera de
hambre no es culpa de ellos, inocentes de verdad, sino nuestra culpa que
pudiendo hacer no hicimos por los demás como debíamos. Con ello pierdo mi
felicidad, y la pierden los demás.
La muerte de un niño por inanición, morir de hambre, caerá sobre
nosotros irremisiblemente si no corregimos y eliminamos el mal que origina
morir de hambre a niños que no tienen culpa.
Morir de inanición, morir de hambre, no es culpa de los niños, es
culpa de los demás. Culpables. Eso somos usted y yo, y los demás ciudadanos.
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