“¡¡¡A SAN IGNACIO DE LOYOLA Y A LOS JESUITAS!!!”
A San Ignacio de
Loyola y a los Jesuitas, mi eterno agradecimiento.
San Ignacio de
Loyola y los Jesuitas complementaron mi educación en valores morales, éticos y
religiosos.
San Ignacio de
Loyola leyó, en su obligado reposo de las heridas en batalla, la frase “De qué
me vale ganar el mundo si pierdo mi alma”. Frase que se sigue repitiendo y convirtiendo
en realidad.
Los Jesuitas nos
complementaron y desarrollaron el conocimiento del poder de la oración.
Rezar es hablar,
directamente y al instante, con Padre Dios.
Jesucristo, Dios
y hombre verdadero, nos dijo: pide y recibirás.
Y lo sigue
cumpliendo con toda realidad. ¡Pruebe y verá!
Dios es Dios. Y
sus palabras son palabras de Dios.
Si hay varios
rezando en su nombre, nos oirá.
Por eso insisto,
y no me cansaré de hacerlo, el pedir que se constituya y desarrolle el CONGRESO
DEL REZO.
Que todos, a
una, estemos rezando por la misma razón, se solucionará.
El poder de la
oración es incuestionable. ¡Pruebe y verá!
Aclarando que
una cosa es rezar y otra exigir.
A Dios les
rezamos, no le exigimos. Él nos dará lo que más nos convenga.
Gracias San
Ignacio de Loyola y a la Compañía de Jesús, por habernos enseñado a rezar.
Honor y agradecimiento que serán eternos por el bien que nos hicieron.
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