lunes, 24 de febrero de 2020

“A VUELTAS CON LA EUTANASIA”




“A VUELTAS CON LA EUTANASIA

Lo que escribí el 03-10-2013 y, desgraciadamente, sigue de actualidad.

La vida tiene un valor incalculable: es única, irrepetible, maravillosa y eterna.
El instinto de conservación hace cerrar los ojos cuando algo se nos aproxima de forma inesperada. ¿Qué no haremos por la vida?
Siento el mayor respeto por todo aquello que se hace de buena voluntad, aunque no lo comparta.
Pero no entiendo la eutanasia, como tampoco entiendo, ni entenderé, el aborto.
Supongo que tiene que existir un estado totalmente desesperado, que sitúe a alguien fuera de la realidad, y que le induzca a la muerte o matar.
Por eso tampoco entiendo porqué no se buscan todos los medios, habidos y por haber, para tratar de desistir, ayudar y de convencer a los que quieren matar o matarse.
Para una persona normal, en circunstancias normales, la vida es un don inigualable.
¿Cuánto bien se puede hacer, y cuántas satisfacciones se puede recibir? Incontables y maravillosas.
Problemas hay y los habrá mientras estemos vivos.
Creo plenamente en los valores eternos del ser humano, y confío y creo plenamente en Padre Dios. Que nos dió y conserva la vida.
¡Qué importante y qué maravillosa es la educación recibida de los padres! Igual que los valores morales, éticos o religiosos. Sus ausencias tienen que crear unos vacíos insondables. Quizá esos vacíos puedan conducir a esos estados de desesperanza, que conducen a la eutanasia.
Debemos rezar, constantemente, por el bien de la humanidad. Y uno de los mayores bienes es la vida. Tanto que sólo tenemos una y única.
Solo la vida permite experimentar la felicidad. Solo la vida permite repartir felicidad.
¡La felicidad es privilegio de los que están vivos!
Esto tienen que creerlo aún los que no creen en la eternidad, ni en la existencia de Padre Dios.
Hemos nacido para ser felices y libres, pero con nuestro concurso, aunque haya influencias exteriores.
Intento decir que la vida es algo maravilloso: merece la pena ser recibida y ser compartida. Merece la pena respetarla y conservarla.
Que el dar enriquece tanto, que nos hace millonarios de felicidad. Pero sólo dan los que están vivos.
¿Cómo puedo ayudar a quien quiere matar o matarse? Sólo conozco lo que he dicho: rezar. Eso hago y seguiré haciendo. Necesitamos a muchas personas que hagan lo mismo, para que el deseo se convierta en la continuidad de la vida.
Quiero apasionadamente al ser humano. Estoy dispuesto a dar la vida por él, pero no a quitársela, ni que otro se la quite o me la quite.
Quien de verdad ama, no puede ni debe desear la muerte inducida.
Amar es compartir las alegrías y las penas en la vida y estando vivo. Sean las que sean.
La muerte debe ser la recompensa final a toda una vida. Y no el acabar con la infelicidad y con la libertad.
El muerto ya no tiene vida, ni felicidad terrenal ni libertad.
Una forma de destruir es la eutanasia y el aborto. ¿Quiénes quieren destruir?




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Necesito y agredezco todos los comentarios que me puedan hacer, complementarán y enriquecerán este blog. La solución es la participación. Gracias.

Por favor, si desea contactar conmigo de forma privada:

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *