“¡ZAPATERO A
TUS ZAPATOS!”
“¡Zapatero a tus
zapatos!” es un refrán que usamos los canarios (Islas Canarias, España) para
referirnos a quien interviene en algo que no conoce, o que pretende dañar,
indicándole que su opinión no es válida por falta de conocimientos, o por su
maldad.
Mi tío, Bernardino
Correa Viera -sabio donde los hubo- decía, en vez de ese refrán: “no seas sapo
rabudo” (en canario se pronunciaba: no seas "sapo rabúo").
El zapatero ignorante,
o "sapo rabúo", es un personaje que se ha dado en todas las épocas.
Librarse de esos
zapateros, o sapos, ha sido una lucha constante en las sociedades cultas,
honestas y libres.
Aprovecharse de su
posición para opinar sin saber, o por dar razones partidistas, o dañinas, le
convierte a uno en ese ser maligno o ignorante, que puede dañar la
conversación. Tanto, que lo que era una reunión de conocidos o amigos, se puede
transformar en una reunión de enemigos, o de correligionarios.
Todos los seres
humanos tenemos una influencia en el ambiente en el que vivimos y nos
relacionamos.
Todos tenemos poderes,
que podemos ejercer para hacer el bien o el mal.
El mal se aprovecha de
esos zapateros y "sapos rabúos" para desarrollar su maldad.
Las personas tenemos
siempre la oportunidad de hacer el bien o el mal, todo depende de la voluntad
que se tenga, de acuerdo con los valores en los que descansa la vida de cada
persona.
Los seres humanos
desarrollamos el mal, como el bien, de acuerdo con los valores que nos guían en
la vida.
Horror de quien le
guía el mal, el dinero, o tratar de conseguir un prestigio que, por mucho que
quiera, está y estará en el sitio que se ha colocado, por méritos propios.
Hay personas buenas y
santas que dedican su vida a ayudar.
Hay personas malas y
perversas que dedican su vida a perjudicar.
La vida siempre puede
ser de valor para los demás, de acuerdo con los actos de cada persona,
dependiendo del bien o del mal que desarrollan.
Hay quién dedica su
vida a ayudar, y hay quién dedica su vida al mal, a perjudicar y, si pueden, a
destruir.
Por mis años he vivido
circunstancias maravillosas, por los hechos de buenas y santas personas. En
otras, afortunadamente pocas, he visto como el mal trataba de vencer, pero
los rezos y los pequeños sacrificios de las personas santas, han conseguido que
esos momentos hayan sido pocos y de poco efecto dañino.
El mal jamás ha
vencido al bien. Pero puede hacer daño.
Desafortunadamente no
deja de haber personas malas que, guiadas por el mal -su fin y meta es dañar-,
consiguen algún éxito, sobre todo cuando no hay quien rece para que el bien
venza al mal.
La influencia de las
personas puede llegar a ser fundamental.
Si la persona tiene un
relieve de carácter, económico, social o político su poder de influir es mayor.
Y si su meta es dañar, puede llegar a conseguir dañar. Y al contrario: si es
una buena persona puede hacer y repartir el bien.
Por eso, y por mi
experiencia, siempre reúnase con personas buenas, de lo contrario el mal le
podrá llegar a tocar.
"Lobos vestidos
de corderos" es otro refrán referido a personas malas, cuya apariencia es
de buenas personas, pero están dominados por el mal; en realidad son demonios.
Recogemos lo que
sembramos. Si sembramos el mal, el mal recogeremos, y si sembramos el bien, el
bien recogeremos.
“¡Zapatero a tus
zapatos!” Es un refrán que sigue en vigor.
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