“¡EL ENGAÑO CONTINUO!”
El engaño continuo es un comportamiento que se está
generalizando.
Los políticos, las autoridades, los medios de
comunicación… están engañando, por ignorancia, por desconocimiento, o por mala
voluntad, porque afirman cosas que no son verdad.
Esto es muy grave.
Aprovecharse de la posición para mentir debería ser un
delito, con castigos proporcionados a la mentira y a sus repercusiones.
La mentira es, y seguirá siendo, un pecado de lesa
humanidad.
Mentir, y a conciencia, buscando un aprovechamiento
personal o social, es entrar en la vorágine que practica e imprime el mal.
“¡Someterse al mal, con fines bastardos, es entrar en
la esclavitud del mal, y convertirse en una aliado del mal!”
Los esclavos, y los aliados, del mal se están
propagando porque aún hay libertinaje y desinformación de la verdad.
“¡El libertinaje es el abuso de la libertad teniendo
como fundamento el mal!”
El engaño continúo y, en especial, el disfrazado, es
el más común de las mentiras. Y del que se abusa en los medios de información.
¿Cómo desenmascarar a los mentirosos? Tenemos que
buscar la forma.
Tenemos que rechazar, con la mayor contundencia, a la
mentira, y no digamos a la mentira soterrada, a la mentira camuflada.
“¡Hay verdaderos artistas a la hora de camuflar la
mentira!” Estos son los peores, porque el daño que causan es mayor. Y afecta a
mayor número de personas.
Tenemos que buscar la forma de desenmascarar a los
mentirosos, en especial a lo que tienen mayor poder de informar.
La mentira sigue siendo una realidad aberrante y, en
especial, un colaborador activo y efectivo del mal.
“¡La mentira es el gran aliado de la destrucción!”
“¡El engaño continuo es un mal que hay que desterrar!”
De nosotros depende que el engaño sea continuo. A
desenmascarar el hecho, y las personas, y sus nombres, nos enteraremos como
consecuencia de la deducción de lo que denunciamos.
“¡Qué el hecho denuncie al infractor!”
Que el mentiroso se sienta desenmascarado, y viva la
vergüenza que le corresponda, y reciba el castigo merecido.
Pongámonos a la tarea de desenmascarar los hechos, y
los mentirosos serán señalados, para repudio personal y social, más el castigo
que les corresponda.
El castigo mayor debería ser el rechazo de la
sociedad: quedar marcado y estigmatizado como un enemigo social.
“¡La mentira, el engaño continuo, es el mal en
la palabra!”
“¡Quién miente tiene por aliado al mal!”
“¡El mentiroso es esclavo del demonio!”
“¡El engaño continuo es un enemigo de la sociedad!”
“¡A quienes hay que desenmascarar, arrinconar y
condenar!”
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